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Novela

Quejas desde el Olimpo

"La bella Helena" vuelve a Barcelona veinte años después

10 enero, 2001 01:00

Carlos Gramaje es Aquiles en esta nueva versión de La Bella Helena

Sobre el escenario, Aquiles, Orestes, Agamenón, Menelao... El mundo clásico -pasado por la pátina corrosiva, sagaz y crítica de Jacques Offenbach- llega hoy al Teatro Victoria de Barcelona con La Bella Helena, bajo la dirección de Josep María Mestres, cuando se cumplen veinte años del montaje realizado por el Teatre Lliure.

A las bodas de Tetis y Peleo, dice el mito, se invitó a todos los dioses excepto a éride, la Discordia. Enojada a causa de este olvido, la excluida quiso enemistar a Hera, Atenea y Afrodita, de modo que lanzó sobre la mesa una manzana sobre la que había escrito: "Para la más bella". Las tres se enzarzaron de inmediato en un litigio, del cual Paris fue juez por mandato de Zeus. Las diosas trataron de obtener el favor de Paris con sobornos: Hera le prometió el dominio del universo; Atenea, la sabiduría y la victoria y Afrodita, a la mujer más bella del mundo. Paris se quedó con esta última oferta, entregó la manzana a Afrodita y ésta le entregó a Helena, reina de Troya, robándosela a Menelao.

De este conocido mito griego parte la historia de La Bella Helena, de Jacques Offenbach, que el joven director Josep María Mestres lleva a las tablas del Teatro Victoria de Barcelona, a partir de hoy, en versión firmada por Joan Lluís Bozzo y con un reparto que le debe mucho a Dagoll-Dagom y al Teatre Lliure. No en vano fue la mítica compañía catalana una de las primeras en atreverse con el género de la ópera bufa -a la que pertenece también El Mikado, que conoció hace años una magnífica versión de Dagoll-Dagom-. Fue, además, en el Lliure donde, hace más de dos décadas, se estrenó una versión histórica de la La Bella Helena, cuya escenografía firmaba Fabià Puigserver, y con un reparto en el que figuraban unos jóvenes Juanjo Puigcorbé y Anna Lizaran. Como curiosidad, aquella versión fue, después de tres años de rigurosa programación, el mayor éxito de público del pequeño teatro de Gracia, ya que llegó a 50.000 espectadores. No es pequeño, pues, el reto de repetir la experiencia.

Espectáculo popular

Gusto por la tradición y apuesta por lo nuevo se mezclan en este montaje, que trata de potenciar los elementos teatrales del espectáculo por encima de los musicales, aunque, reconoce Mestres, "hemos respetado las pautas musicales del original y alcanzado un nivel altísimo en ese sentido. Offenbach bebía en las fuentes de la música popular, y ofrecía espectáculo para todo el mundo, donde no falta la parodia o incluso el pirateo a grandes genios como Rossini. Pero el sustrato es eminentemente teatral". La propuesta, sin embargo, se desmarca de aquella predecesora ilustre, según puntualiza el director, en varios aspectos ,"el más importante de los cuales es que aquella era una versión de Peter Hacks, centrada en la lucha entre Calcas y Venus, mientras que ésta es la versión íntegra y original".

Un total de diecisiete actores dan vida a un extenso catálogo de personajes míticos griegos entre los que no faltan Orestes (Xavi Sabata), Agamenón (Xavier Ribera-Vall), Menelao (Jaume Giró), Aquiles (Carlos Gramaje), Calcas (Pep Anton Muñoz, quien, curiosamente, interpretó a Orestes en la versión del Lliure) o, claro, Paris (Xavi Mira) y Helena (Anna Argemí), dos de los personajes con más potencial cómico.

Actores revelación

"Para confeccionar el reparto hice muchas pruebas. Me importaba mucho encontrar, no cantantes, sino actores que supieran cantar. Y creo que los resultados sorprenderán mucho al público. No sólo por la presencia de intérpretes ya conocidos, como Isabel Soriano o Carlos Gramaje, sino por la revelación que suponen otros, como Anna Argemí, que hasta ahora había hecho poco teatro", explica el director.

Con la versión catalana de Bozzo, la escenografía de Montse Amenós -colaboradora habitual de Dagoll-Dagom- y la instrumentación y dirección musical de Lluís Vidal -director de la Orquestra de Cambra del Teatre Lliure-, la ficha artística parece el producto de una feliz comunión entre las dos compañías que más han tenido que ver con la obra. A Mestres le gusta hablar de parentescos: "Yo fui de los que vieron la versión del Lliure. Era inspiradísima, magnífica. Aquello, además, creó para la sala de Gracia un nuevo público. Fue como admitir que allí también se podía uno reír. Y su similitud con El Mikado es evidente, aunque creo que La Bella Helena es, por su calidad, la madre del género. Lo que sí ha cambiado radicalmente en estos años es la preparación de nuestros actores: ahora hay gente muy preparada musicalmente. Por eso podemos abordar montajes como éste".

La mirada de Offenbach sobre la gran épica griega es, como caracteriza a la ópera bufa, paródica. En ella se mezclan, además, elementos de la contemporaneidad del autor -como el nacimiento del ferrocarril- o críticas encarnizadas a la sociedad de su época. La agilidad y el sentido del humor marcan las evoluciones de unos personajes grotescos, supuestamente nobles, que no conocen más diversión que la estupidez o la guerra y que son hijos de la "belle epoque" francesa. En defintiva, las situaciones que presenta la trama, desde el rapto de Helena a la ira del burlado Menelao, no son más que la reivindicación del triunfo del amor por encima de las argucias y maquinaciones de un poder -o divinidad- perverso. "Son personajes ridículos, con doble moral", explica Mestres, "que parodian a la sociedad parisina de su época: imperialista, autosatisfecha y agitada. Sobre ellos, Offenbach lanza una mirada que nos es completamente contemporánea. Claro que lo griego está también presente en la puesta en escena, pero más como idealización que como algo palpable". En esta idealización helénica inciden tanto el vestuario (de Pep Duran) como la escenografía, que recrea tres espacios muy distintos: una plaza espartana, las habitaciones de la Bella Helena y una playa en un balneario.

Repertorio contemporáneo

El montaje no sólo supone la primera producción de la temporada de 3x3 -que forman El Tricicle, Dagoll-Dagom y Anexa- sino que es el primer espectáculo de estas características que dirige Mestres, quien hasta ahora ha frecuentado el repertorio más rabiosamente contemporáneo, cuando no la creación colectiva. A este respecto, comenta el director: "Yo sabía que tarde o temprano acabaría haciendo un trabajo de gran formato. Siempre he estado coqueteando con la vertiente musical del teatro, y he escuchado muchas veces esta pieza de Offenbach. Me decidí a aceptar esta propuesta cuando pensé que, después de las veces que la habré escuchado, sigo sin aborrecerla. Además, ya tenía ganas de echar la vista atrás y dejar de hacer estrenos absolutos de autores novísimos. Siempre y cuando, claro, eches la vista atrás y te veas a ti mismo, y a tus problemas contemporáneos. Ahora que lo he hecho, espero que no sea la última vez".

Jacques Offenbach nació en Colonia (Alemania) en 1819. En 1875 había compuesto 90 operetas, la mayoría -entre ellas La Bella Helena- con libretos del escritor francés Ludovic Halévy. En 1856 acuñó el término "opereta" para definir a su obra La rose. La clave del mismo es parodiar las grandes óperas ochocentistas, su lenguaje serio y grandilocuente y los románticos argumentos de sus libretos. Así, la ópera bufa mezcla elementos teatrales con otros musicales en clave de alocada comedia. Esto hizo de él, ya desde su nacimiento, un género muy popular. Más tarde, nombres tan relevantes como Arthur Sullivan o Johan Strauss hijo lo cultivarían con gran éxito. Offenbach escribió La Bella Helena en 1864 y desde su estreno la obra ha sido repetidamente representada en todo el mundo, especialmente en Francia e Inglaterra.