Image: Brumario

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Novela

Brumario

Ramón Pernas

17 enero, 2001 01:00

Espasa Calpe. Madrid, 2000. 185 páginas, 2.700 pesetas

En la otra novela de Ramón Pernas que conozco, Paso a dos, la acción, centrada en la guerra civil y sus consecuencias, se emplaza en un pueblecito gallego inventado, Vilaponte. Vuelven tanto la guerra como el pueblo a salir en Brumario, pero aquí no tienen un papel principal. La guerra es objeto de una expeditiva y reveladora condena. El escenario de la acción ahora se llama sólo Lugar, pero está al lado de Vilaponte, y hasta a él llegan ecos de otros espacios cercanos como Región o Celana.

Con estos datos queda bastante claro el interesante proyecto narrativo que parece guiar a Pernas: construir un espacio y un tiempo imaginarios, cercanos a la representación alegórica, pero no del todo abstractos porque cuentan con referentes identificables; y emplazar en ese ámbito unos sucesos que entrañan una suma de valores, sociales, políticos y morales.

Este empeño se plasma en Brumario mediante la evocación de toda su trayectoria vital de un narrador y protagonista que la recorre desde una edad tardía para proponer un sentido de la vida, el que le ha guiado a él y que propone como modelo de comportamiento. Así se desprende de sus observaciones y se confirma en el capítulo final, el único contado en tercera persona. Ese protagonista deja sus bienes a un grupo de amigos para que éstos los conserven y difundan como recuerdo de alguien profundamente vital y honesto, que optó por una vida libre.

Sin llegar al relato intelectualista, numerosos datos apuntan a la configuración de una trama orientada más hacia la novela de pensamiento que de acción. Por ejemplo la simbología de los nombres. El mencionado personaje se llama Timón; los abuelos, Primero y Segunda; el hijo, León; los hermanos, Magnolia la chica y los chicos restantes como los cuatro evangelistas... También la denominación de la propia novela y de los capítulos, que se rotulan con el calendario revolucionario francés.

Este enfoque tiene un oportuno tratamiento en la forma de la novela. La anécdota se presenta por medio de una serie de círculos concéntricos que van añadiendo noticias familiares e históricas al eje central de la personalidad de Timón. El autor tiene el acier to de caracterizarlo con un rasgo que hace verosímil esa personalidad entregada a una existencia independiente y ética: Timón es un rentista que gracias a la sabia administración de su patrimonio no conoce preocupaciones materiales.

Y aún queda por subrayar otro factor de capital importancia. El relato se abre en todo momento a los misterios de la naturaleza. Comienza con un diluvio bíblico y sigue con una andadura poemática que, sin perder su voluntad reflexiva, da cualidad emocional (a veces muy dura, nunca ternurista) a toda la historia. En fin, una mención de pasada a Cunqueiro propone una última clave de la novela entera, un gusto por lo fantástico que tal vez provenga de una inclinación genética de los gallegos. Pero es curioso ese homenaje porque no puede haber distancia mayor que la que los separa. Cunqueiro se refugiaba muy consciente mente en la fantasía para hablar "de los sueños de los hombres" e ignorar los conflictos humanos más tangibles. Pernas, al revés, se lanza a lo imaginario para reivindicar unos valores, los del enciclopedismo ilustrado, como ideal de vida que tiene un claro alcance político. Esto es lo singular de Pernas, lo que le da un espacio propio, además, en nuestra narrativa actual: su apuesta por un relato de compromiso ético construido sobre un soporte inventivo y no a partir de un testimonio directo.