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Novela

Cuentos completos

Leopoldo Alas "Clarín"

24 enero, 2001 01:00

Edición de Carolyn Richmond. 2 volúmenes. Alfaguara. Madrid, 2000. 551-710 páginas, 3.300 pesetas

Para algunos lectores, Clarín es, sin más -o por antonomasia-, el autor de La Regenta. Otros recuerdan también parte de su tarea como crítico literario agudo e implacable, y muy pocos han reparado en su extraordinaria fecundidad en el terreno del cuento y de la narración breve, modalidades que el autor cultivó a lo largo de más de veinte años de incesante labor. Una docena de novelas cortas y más de un centenar de cuentos, la mayoría recogidos en volúmenes por el autor, a los que hay que sumar algunos publicados póstumamente o exhumados por críticos y estudiosos -Martínez Cachero, Rivkin, Lissorgues y otros-, acreditan la dedicación de Clarín al relato breve. En estos dos volúmenes, Carolyn Richmond, buena conocedora del autor de La Regenta, ha recogido todas las narraciones conocidas hasta ahora -con el regalo de tres más que no figuraban en ninguna edición anterior-, anteponiéndoles un útil prólogo en el que no sólo se repasa la actividad de Clarín como autor de cuentos, sino que, con buen criterio, se relaciona esta producción con las dos novelas largas, de las que algunos relatos parecen embriones parciales o desarrollos y versiones posteriores de aspectos concretos.

El lector tiene ante él, arropados con los datos y referencias indispensables, todos los relatos del gran escritor. Puede comprobar nítidamente su evolución desde una estética de raíz naturalista hasta planteamientos espiritualistas en cuya exploración llegó aquí Clarín más lejos que en sus novelas. Bastaría confrontar la composición del personaje de don Fermín de Pas con la de Juan de Dios, el hondo y espiritual sacerdote de El Señor (1893), para comprobarlo.

Del mismo año es el cuento Cambio de luz, que muestra ya con claridad el apartamiento del naturalismo. Pero hay muchas más comparaciones posibles que muestran también cómo Clarín fue poco a poco podando o reduciendo la atención a los detalles del mundo exterior y apartándose de la descripción realista para centrarse en lo que él mismo llamó, con préstamo de San Agustín, el "hombre interior", es decir, en lo relativo a los aspectos psicológicos y los conflictos íntimos de sus criaturas, puerta abierta hacia los relatos desnudos de Unamuno, presentados por voluntad deliberada del autor vasco sin descripciones de lugares ni retratos físicos de los personajes.

Otro rasgo comparte Clarín con Unamuno, y ambos con Larra, en cuya línea se sitúan: el carácter dudosamente narrativo de algunos textos que parecen más bien artículos en ensayos breves recubiertos por una leve capa de ficción. Se percibe en trabajos como Un candidato o Diálogo edificante, que, de hecho, el propio Clarín incluyó en Palique y no en sus colecciones de cuentos. Pero se trata de casos poco frecuentes. Lo admirable es la extraordinaria capacidad del autor para manejar motivos y registros diferentes, desde los que sirven de vínculo a elementos autobiográficos -Reflejo, la ronca, Cambio de Luz- hasta los de aquellos relatos abiertamente satíricos -El sombrero del señor cura, Dos sabios- e incluso caricaturescos, como González Bribón.

Además, y al margen de la variedad temática y compositiva, el lector podrá recorrer, página tras página, esa inmensa galería de personajes clarinianos donde abundan los niños desvalidos y los individuos marcados por la soledad y el fracaso. Pero la ironía crítica y la parodia pueden brotar en cualquier momento. Cuento futuro, por ejemplo, contiene en sus primeras líneas una de las sátiras más divertidas y punzantes con que contamos de las tradiciones galicistas.

Carolyn Richmond ha sido respetuosa al reproducir los textos de las primeras ediciones, incluso con demasía. En algún momento mantiene grafías de la época ("girones") y hasta imperceptibles descuidos: en la primera edición de Superchería, por ejemplo, había un salto en la numeración de los capítulos, que pasaban del IV al VI, y aquí se repite, aunque el error fue ya salvado por Santos Sanz Villanueva en su edición de 1995. Y convendría corregir una contradicción relativa a Cartas de un estudiante, clasificado como "relato inédito" en I, 45 e incluido en otro grupo diferente en II, 434. Por otra parte, es discutible la inclusión de los dos capítulos con que Alas contribuyó a la disparatada novela colectiva Las vírgenes locas (1886) -dado que no se trata de relatos independientes-, y más aún el hecho de haber reproducido también los demás capítulos de la obra, debidos a diversos autores.
He aquí una pulcra y valiosa edición, que pone al alcance del lector un verdadero clásico rebosante de modernidad.

Leopoldo Alas, Clarín, (Zamora 1852- 1901),ingreso en 1869 en la Universidad de Oviedo, licenciándose en Derecho tres años más tarde. En 1871 se trasladó a Madrid para estudiar Letras en la Universidad Central. Comenzó a utilizar el seudónimo Clarín, tomado del nombre del gracioso en La vida es sueño, para los artículos que publicó en 1875 en "El solfeo." Toda su vida compaginó sus tareas de profesor con los artículos y cuentos en la prensa.