Image: El regreso de Eduardo Mendoza

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Novela

El regreso de Eduardo Mendoza

Intinerarios de "La aventura de el tocador de señoras"

7 febrero, 2001 01:00

Tras sus últimos escarceos con el teatro, Eduardo Mendoza regresa a la novela con La aventura del tocador de señoras (Seix Barral), historia de un antihéroe muy parecido al protagonista de El misterio de la cripta embrujada. Y regresa más divertido, irónico y despiadado que nunca. La trama arranca cuando un pobre diablo que ha pasado los años 80 en un manicomio es expulsado del Centro y arrojado a la Barcelona postolímpica. Gracias a su hermana acaba convertido en peluquero en El tocador de señoras, el negocio -pésimo negocio- de su cuñado gay. Pero un mal día recibe la visita de una joven que le propone robar unos documentos para salvar el buen nombre de su padre, el célebre industrial Manuel Pardalot, a cambio de un millón de pesetas. El robo sale bien pero Pardalot aparece asesinado. Y todo le señala como culpable. Su única esperanza es descubrir al asesino y aclarar un enredo enturbiado por lo mejor y lo peor de la burguesía catalana. EL CULTURAL ofrece hoy algunas calas significativas de su ironía e intención.

EL PROTAGONISTA

"El destino me hizo nacer y crecer en un medio donde no se concedía al trabajo honrado, la castidad [...] y otras cualidades encomiables el valor que tienen, ni yo supe vérselo [...], ni aprendí a fingirlas hasta que fue tarde" (pág. 47).
"Me dormí con la rapidez de quien tiene la conciencia sucia, pero está derrengado" (pág. 67).
"Por derecho pertenezco a lo que suele denominarse la purria. [...] Con nuestro trabajo callado y constante contribuimos al estancamiento de la sociedad" (pág. 215).
"Le resultaba doloroso hablar de su padre, como a casi todas las personas que han conocido al suyo (no es mi caso)" (pág. 237).

LA JUSTICIA
Convertido en soplón, acaba rindiendo cuentas a la justicia, pero "cuanto hubiera podido alegar a mi favor era tan endeble y su posible incidencia en el fallo tan escasa, que mi abogado se limitó a enviar al tribunal una postal desde Mallorca [...] Con todo mi propio testimonio [...], el sincero arrepentimiento de que dí muestras [...] debieron hacer mella en el ánimo de la judicatura, porque no fui condenado, como temía, a prisión, sino sólo a seguir un tratamiento psicológico" (pág.48).

HUMOR
Abundan los momentos hilarantes. Así:
"Ya sabes cómo pueden ser las madres de persistentes [...] Dos veces prendió fuego al piso, una vez se tiró por el hueco de la escalera y por último [...] se fue al zoo y se arrojó a la jaula de los leones, donde aún estaría si estos no hubiesen llamado la atención de su guardián con grandes rugidos" (pág. 25).
"En la peluquería, por no entrar, no entraban ni los fenómenos naturales" (pág. 36).
"Poco antes del mediodía me despertó una mujer para preguntarme si podía teñirle de rubio el husky. Le dije que sí, pero cuando me enteré de que era un perro monté en cólera y la eché con cajas destempladas" (pág. 59).
Cuando muere uno de los clientes de su vecina, Purines, que recibía a una "selecta clientela de circunspectos caballeros a los que propinaba unas palizas morrocotudas, que ellos soportaban con resignados ayes y coronaban con rugidos de placer y gritos de visca el Barça", el protagonista la ayuda a cargar con él "y llevarlo hasta un banco de la calle, donde lo dejamos sentadito y haciendo como que leía el suplemento cultural del Abc" (pág. 66).
"El gigantón nos condujo a una mesa del fondo y regresó trayendo [...] una ración de aceitunas que preferí no probar al advertir que el relleno se movía" (pág. 71).
"Estudiamos juntas de pequeñas. éramos amigas. No teníamos secretos la una para la otra. Yo quería ser modelo y ella, teniente de la División Acorazada Brunete. Se pirraba por Tejero hasta que descubrió que era calvo" (pág. 175).
Cuando Magnolio se hace cargo momentáneamente de la peluquería, el protagonista del relato le aconseja, sobre todo, que tenga cuidado con las orejas: "siempre aparecen donde uno menos las espera" (pág. 184).

MUJERES
"No soy quién para darte consejos, pero ándate con cuidado. Esa chica no es trigo limpio. No digo que sea mala persona. Ya no existen malas personas. Antes había mujeres fatales, lagartonas y pájaras de cuenta. Ahora todas somos buenas..." (pág. 99).
"Los hombres os habéis vuelto unas gallinas y en consecuencias las mujeres hemos de hacer de gallos y además de gallinas. Al final todos hemos salido perdiendo, menos los curas" (pág. 273).
"Usted, como todas las mujeres de su generación, siempre está a punto de hacer algo decisivo, pero al final se queda cruzada de brazos y espera a que aparezca un lila y pague los platos rotos. Y a esto le llama dejarse llevar por los sentimientos. Pues no." (pág. 318).

HOMBRES
"La falsa Ivet es falsa, como su nombre indica, te ha engañado, no ha dejado de meterte en líos y aún te meterá en más. Pero cuando te mira, tú te derrites. Por mí, en cambio, no moverías un dedo aunque ejecutara la dansa de Castelltersol sólo para tus ojos" (pág. 172).

CATALUñA
La bandera del país de Magnolio (chófer de la chica que contrata al héroe del relato para el robo) es una senyera... "pero con un mandril en medio" (pág. 104).
"No temas -respondí-, será gente rica y catalana, o sea, inoperante" (pág. 109).
"Vi once veces Siete novias para siete hermanos. Esta película representaba y aún ahora representa en mi imaginación el ideal que siempre he soñado para Cataluña" (pág. 275).
"Mi padre se creía un empresario. Un empresario catalán. Intenté explicarle que esto era un oxímoron" (pág. 319).
"Los catalanes de las piedras sacan panes duros como piedras" (pág 341).
"Estos tipos [los emigrantes], ya se sabe, son así. Vienen a ganar dinero y a pasarlo bien, pero ni se integran, ni se adaptan, ni leen a Josep Pla, ni nada de nada. Ingratitud, incultura y, luego, si te he visto no me acuerdo" (pág. 344).

EL ALCALDE BARCELONA
El alcalde de Barcelona es uno de los personajes clave de la novela.
"No, amigos, no nos moverán. Al fin y al cabo estamos donde estamos porque nos lo hemos ganado a pulso. [...] Pero, en lo esencial, no hemos cambiado. De coche, sí; y de casa; y de partido; y de mujer, varias veces, gracias a Dios. Pero seguimos con las mismas convicciones. Y con más morro" (pág. 122)
Remedando al presidente Kennedy, no duda en proclamar: "No te preguntes lo que tu ciudad puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer por tu ciudad, como dijo no sé quién. [...] No tengo ambiciones políticas ni personales. Con no acabar en chirona me doy por satisfecho".
"A mí esto me la sopla. Soy el alcalde de Barcelona y estoy haciendo campaña electoral. Ya sabe: reírme como un cretino con las verduleras, inaugurar un derribo y hacer como que me como una paella asquerosa. Hoy me toca esta mierda de barrio" (pág. 221).
"¿Y no podríamos ofrecer a esta mierda con moscas un dinerete por su silencio -apuntó el señor alcalde-. O un empleo en el Ayuntamiento. La casa consistorial es un nido de sátiros." (pág. 271).
"Mañana son las elecciones; y hoy, la jornada de reflexión. Como yo no reflexiono nunca, para mí es día de asueto. Esta tarde me llevan al circo" (pág. 340)


SARAMAGO
Para Mendoza, José Saramago parece ser autor esencial de cualquier biblioteca que se precie, y el mejor remedio contra el insomnio. Así, "sobre la mesilla de noche había un libro de Saramago y unas gafas" (pág. 126).
"Era un gabinete o estudio provisto de librería (con más obras de Saramago)" (pág. 127).
"Con estas hogareñas prendas y una novela de Saramago bajo el brazo había hecho creer a su marido y a la servidumbre que se iba a dormir" (pág. 141).

EL PREMIO PLANETA
"Con las cosas que has visto y has oído, te saldrá un best-seller como un par de cojones. Y yo: coño, no sé si sabré, y ellos: nada hombre, treinta folios, lo que te salga de las pelotas; luego unos muertos de hambre te ponen las comas en su sitio y te conseguimos el Planeta. Cincuenta kilos y lo que cuelga" (pág. 197).