Novela

Lunas del Caribe

Luis Mateo Díez

14 febrero, 2001 01:00

Anaya. Madrid, 2000. 60 páginas, 925 pesetas

"El que más lee es el que más vive, porque es el que vive con más conocimiento de causa", afirma Luis Mateo Díez en la entrevista que aparece como material complementario a esta breve fábula sobre la amistad y la lectura. Retomando el universo de su Días del desván (Edilesa, 1997), el autor leonés recrea aquí la lírica historia de pérdida de la inocencia de un grupo de amigos que comparten juegos e infancia, en esa España de posguerra en que tan necesaria fue la imaginación. Uno de ellos, Opal, tocado con un destino trágico, conoce desde muy joven la magia de los libros, y gracias a eso logra singularizarse y enriquecer los juegos y las existencias de sus amigos. Se trata, como ya ocurriera en la obra de la que ésta se desgaja, de un relato cargado de pistas autobiográficas. Afirma el autor en la citada entrevista: "El escritor bebe en las fuentes de la memoria, la memoria de la infancia es muy fértil, los viejos amigos acompañan al escritor que soy". Estas solas palabras bastan para explicar este libro, que se completa con la magnífica aportación gráfica del ilustrador Tino Gatagán.

Lunas del Caribe inaugura, junto con Cuatro cartas, de Xabier P. Docampo y El pozo del alma, de Gustavo Martín Garzo, la Serie negra de la colección de Anaya "Sopa de Libros". Nace este proyecto con la intención de dirigirse a lectores de cualquier edad, y no sólo a los niños o jóvenes. El diseño de la colección apuesta por una mayor sobriedad, aunque sin prescindir de la profusa ilustración. Los textos seleccionados, en cambio, más parecen dirigirse a un lector adulto que a uno joven, de cuyos intereses y preocupaciones están, en mi opinión, muy alejados. Convendría acercarse más a ese tipo de lector, pero sin perder el buen gusto con que se han seleccionado a autores e ilustradores. Eso evitaría el riesgo de no llegar ni a los lectores bregados ni a los inexpertos.