Novela

Quieto

NACHO FAERNA

14 marzo, 2001 01:00

Ediciones B. Barcelona, 2001 213 páginas, 2.200 pesetas

La inmovilidad es indispensable en el trabajo del fotógrafo. ésa es una de las alegorías que se esconden tras esta interesante novela, la primera de este madrileño de 33 años, guionista de cine y de televisión. Tras la novela y también tras su personaje principal: un fotógrafo tan obsesionado por captar la realidad como por inventarla a cada momento, tal vez porque sabe que toda una existencia puede terminar fundamentándose en la presencia irreal de alguien que ha muerto hace años. Trasladada esta bella imagen a esta historia de ficción: el fotógrafo protagonista vive de los derechos de reproducción que por sus fotos le paga una empresa japonesa. La foto más solicitada de su catálogo es la de la mano de su compañera, muerta cuando empieza la historia. Su existencia, en ese momento, transcurre en Estados Unidos, entre viajes y encuentros: algunas mujeres con las que vivir aventuras y algunos hombres con los que beber, y siempre el común denominador de la imaginación: para cada uno de esos encuentros inventa una nueva personalidad. Esta reinvención constante, con cuidado de resultar verosímil, es lo mismo que hace la literatura. Y también el escritor. Siempre es estimulante descubrir en una historia distintos niveles de lectura y, en este sentido, este libro no defrauda.

Tan interesante como la historia es, por otra parte, el ritmo con que se nos cuenta. Muy deudor de lo cinematográfico, el autor sabe cómo manejar el "tempo" narrativo a través de un minimalismo expresivo que pone el acento en lo visual del conjunto. Abundancia, verosimilitud y buen hacer en los diálogos; destreza en el trazado psicológico de los personajes, en la confección de escenas y, en suma, en eso que suele llamarse "arquitectura narrativa". Y habilidad en el esbozo de ese protagonista del cual sólo parece quedar clara su ambigöedad, su camaleónica capacidad para transformarse sin descanso, su soledad y su tristeza.