Image: Pecado escarlata

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Novela

Pecado escarlata

Carlos Luis älvarez CÁNDIDO

2 mayo, 2001 02:00

Planeta. Barcelona, 2001. 286 páginas, 2.600 pesetas

El estilo de este Pecado Escarlata rezuma toda la comicidad y el humor que reclama la ingeniosa narración de sus perversas excentricidades

Cándido, volteriano seudónimo de Carlos Luis álvarez, es un afamado nombre del periodismo español desde hace ya muchos años. Algunas veces ha confesado, de palabra y por escrito, que en su juventud hizo de negro escribiendo un libro sobre mártires españoles en la Guerra Civil firmado después por el historiador y teólogo fray Justo Pérez de Urbel, a la sazón abad del Valle de los Caídos. Cándido colaboró por necesidad de salir adelante en la dura posguerra española. Pero se vengó de aquella y otras tropelías plagiando bastantes páginas de una novela de Rafael Borrás y perpetrando la invención de todo lo demás con mártires ficticios. Ahora Cándido ha escrito una novela con este episodio autobiográfico añadiendo nuevos materiales inventados a partir de aquella experiencia. Digamos ya en su beneficio que, si bien la segunda parte fluye con cierto descontrol en el punta de vista narrativo adoptado, la novela desarrolla una historia entretenida y regocijante, con trazos esperpénticos sobre una España gris y miserable deformada por medio de la parodia y la caricatura, con eficaces dosis de ironía y humor.

En la primera parte de Pecado escarlata se pergeña la gran mentira del proyecto de hagiografía y martirologio encargado a un joven periodista para ser atribuido al abad del monasterio del Valle de los Silbos. A la vez que se completa esta mixtificación de los veinte falsos mártires que murieron por su fe en la Cruzada se ponen al descubierto las corrupciones y componendas del franquismo en los años cincuenta, con sus diarias represiones y censuras en aquella España empastelada de políticos, curas y militares de inquebrantable adhesión al Régimen. La segunda parte, más novelera, amplía la gran farsa hasta llegar al proceso de beatificación de una monja cuyo apócrifo martirio se había fabulado como parodia sacrílega sobre una mujer vulgar y medio puta. Varios años des- pués, la impostura resulta ya impa-rable. Y la investigación correspon-diente destapa corruptelas y manipulaciones en los sectores sociales, religiosos y económicos relacionados con el caso de la falsa monja martirizada.

La novela recoge múltiples anécdotas y situaciones comunes en la posguerra española, sobre todo en medios periodísticos, que Cándido conoce de cerca, y también en los eclesiásticos, recreados con una visión grotesca entre el esperpento de Valle y el humor absurdo de Mihura. Se homenajea a grandes escritores como Cervantes, Shakespeare o Eliot. En su escritura habrá que corregir algún descuido como "desandaron" (pág. 205) o la confusión de nombres del personaje apodado Morfeo, llamado Luis Román (pág. 6) y Luis Roldán (pág. 222). Por lo demás, su estilo, en general correcto, rezuma toda la comicidad y el humor que reclama la ingeniosa narración de sus perversas excentricidades.