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Pecado escarlata
Carlos Luis älvarez CÁNDIDO
2 mayo, 2001 02:00El estilo de este Pecado Escarlata rezuma toda la comicidad y el humor que reclama la ingeniosa narración de sus perversas excentricidades
En la primera parte de Pecado escarlata se pergeña la gran mentira del proyecto de hagiografía y martirologio encargado a un joven periodista para ser atribuido al abad del monasterio del Valle de los Silbos. A la vez que se completa esta mixtificación de los veinte falsos mártires que murieron por su fe en la Cruzada se ponen al descubierto las corrupciones y componendas del franquismo en los años cincuenta, con sus diarias represiones y censuras en aquella España empastelada de políticos, curas y militares de inquebrantable adhesión al Régimen. La segunda parte, más novelera, amplía la gran farsa hasta llegar al proceso de beatificación de una monja cuyo apócrifo martirio se había fabulado como parodia sacrílega sobre una mujer vulgar y medio puta. Varios años des- pués, la impostura resulta ya impa-rable. Y la investigación correspon-diente destapa corruptelas y manipulaciones en los sectores sociales, religiosos y económicos relacionados con el caso de la falsa monja martirizada.
La novela recoge múltiples anécdotas y situaciones comunes en la posguerra española, sobre todo en medios periodísticos, que Cándido conoce de cerca, y también en los eclesiásticos, recreados con una visión grotesca entre el esperpento de Valle y el humor absurdo de Mihura. Se homenajea a grandes escritores como Cervantes, Shakespeare o Eliot. En su escritura habrá que corregir algún descuido como "desandaron" (pág. 205) o la confusión de nombres del personaje apodado Morfeo, llamado Luis Román (pág. 6) y Luis Roldán (pág. 222). Por lo demás, su estilo, en general correcto, rezuma toda la comicidad y el humor que reclama la ingeniosa narración de sus perversas excentricidades.