Novela

El alma de los peces

Antonio Gómez Rufo

20 junio, 2001 02:00

Muchnik editores. Barcelona, 2001. 142 páginas, 2.450 pesetas

El alma de los peces puede leerse como un cuento o, si se quiere, como una preciosa fábula poética que confirma al genuino hacedor de historias que es Gómez Rufo. Su título alude a una extraña leyenda que se incorpora a estas páginas para corroborar el sentido de la fabulación. Que es el de la existencia de un pez que se deja atrapar por peces más grandes para "devorar a quien le devora". Puede recordar a la intención de un gran relato de J. Roth -Leviatán- en el intento de universalizar la idea del desorden del mundo. Y puede celebrarse como una buena muestra de su mejor hacer narrativo porque ofrece un resumen de sus cualidades narrativas.
Están éstas en la tensión y en la fuerza con que recrea la atmósfera de un escenario realista sobre el que despuntan signos de un fatalismo poético. Y en la factura de un personaje que crece lleno de carencias y ambiciones, aislado de todos, embebido de todo lo aprendido en los grandes personajes de la literatura. El lugar es una pequeña ciudad austríaca víctima de la revolución industrial. Ahí, donde siempre es invierno, crece la sombra de una joven que vive enamorada de la imagen de un joven que "creyó ver" un día desde su ventana. Es el mismo lugar en el que se inicia el periplo vital de ese joven de ambivalente personalidad que, tras la muerte de sus padres, heredero de una fortuna que le permite viajar sin abandonar su pasión lectora, comienza a trazar un proyecto siguiendo el modelo de El Jugador de Dostoievski. Sólo que sus fines sólo persiguen el beneficio de una apuesta perfecta: ejercer el poder en un orden social diseñado a su medida.