Image: La novela picaresca española

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Novela

La novela picaresca española

Edición de Florencio Sevilla

20 junio, 2001 02:00

Editorial Castalia. Madrid, 2001. LIII + 1194 páginas, 6.500 pesetas

En la "Presentación", sobria y bien estructurada, el profesor Sevilla demuestra su dominio del tema, hace propuestas propias, discute la problemática del género e intenta interpretarlo con una exégesis lógica

Como un gran tapiz de escenas pintorescas y deslumbrante cromatismo, y con una coherencia artística que ahorma en unidad lo aparentemente inconciliable, la editorial Castalia acaba de publicar, en su nueva colección "Gran formato" (nº 3), "toda la novela picaresca española en un volumen". Confieso que ante la magnitud del mismo me he sentido impresionado: formato de 22 x 30 cms., caja de 15’5 x 24’5, impresión -impecable- a doble columna, papel y letra pulcramente legibles, excelente técnica tipográfica, inclusión de dieciocho novelas picarescas de vario carácter y extensión. Dentro de tales parámetros se nos ofrece un material literario que constituye la más audaz radiografía espiritual que se haya hecho nunca de una época y un pueblo rebosante de dramatismo: la España barroca (la "península metafísica" de F. R. de la Flor), que supo alumbrar, como dijo Américo Castro, una "edad conflictiva" de pujante vitalidad.

Una "Presentación" sobria y bien estructurada precede a los textos. El profesor F. Sevilla demuestra en ella su dominio del tema, hace propuestas propias, discute la problemática del género e intenta interpretarlo con una exégesis lógica y abarcativa. Labor harto difícil, dada la especificidad de estas novelas, tan fecundas en rasgos formales como en filosofía práctica. Tiene razón el investigador cuando constata que el "realismo" de este material literario -tan sui generis y matizable como se quiera- supone un elemento altamente contrastivo con el idealismo estético que lo rodea, encarnado en obras que dibujan un platónico universo de bellezas, más célico que terrenal. Así, en medio de un océano de hagiografías, libros devotos, novelas ilusionistas -pastoriles, moriscas o caballerescas-, conceptismo ingenioso, poesía culterana o relatos de amor, surge esta desafiante narrativa, que nos brinda "rememoraciones ignominiosas, confesiones aleccionadoras, conversaciones piadosas, denuncias irreverentes, peregrinaciones burlescas, etc". Vida, al fin y al cabo, con toda su inarmónica armonía y galana diversidad, che per molto variar natura è bella.

Gran interés tiene en esta "Presentación" el repaso de las aportaciones críticas que se han hecho a la historia del género, el establecimiento de sus modelos, la fijación de sus rasgos definitorios -imposibles de reducir a un código intocable y sacralizado-, y la enumeración y estudio de sus obras más representativas. El especialista ha examinado sumariamente, a veces con valoraciones polémicas, las aportaciones de los críticos, desde las pioneras de Nykl (Nylk, por errata, en la Bibliografía, p. LII) o Pfandl, a las modernas de F. Lázaro Carreter, F. Rico, E. Cros o F. Cabo Aseguinolaza. La propuesta de Sevilla sobre las notas diferenciales de la novela picaresca y sus autores son convincentes en general, aunque en un estudio más extenso habría que perfilarlas e incrementarlas. En su opinión, podrían encerrarse en cinco rasgos capitales: sus autores habrían sido "novelistas inexpertos", ideológicamente comprometidos, con antihéroes por protagonistas, forma seudoautobiográfica y diseño dialogístico.

Más allá de estas y otras consideraciones teóricas, y dando o quitando razón a los estudiosos del género (véase la Bibliografía selecta de pp. XLVIII-LIII), están los textos, que reproducen manuscritos y ediciones solventes -básicos y auxiliares-, sin notas a pie de página, modernizando la ortografía y secuen- ciando las obras por orden cronológico. Como advierte el especialista, el catálogo de obras es forzosamente discutible, pues lo impreciso de las fronteras del género obliga a decidirse por unos títulos y omitir otros. En este caso, F. Sevilla ha actuado con buen discernimiento de lo que es representativo y tiene calidad.

Ha llegado, pues, "la cita del goce", el momento en que el lector, en un ámbito sosegado y con tiempo por delante, se enfrenta al libro, dispuesto a disfrutar de un banquete de la mejor literatura. En ella le divertirán las burlas, le harán cavilar las veras, se le mostrará en vislumbres la filosofía escondida en los relatos... Las moralizaciones explícitas le harán toparse con resabios de la Contrarreforma, la prosa le fascinará con su alternancia de oscuridades y relumbres. A lo largo de horas de lectura se le revelará la esencia del género picaresco, aunque nunca llegue a definirlo -"Si me preguntas qué es, no lo sé; si no me lo preguntas, lo sé"-. Al final del camino sentirá que le recrece por dentro el sutil orgullo de pertenecer a una cultura que ha sido capaz de generar un universo literario de tan arisca y subyugante belleza.