Novela

Chéri

Colett

11 julio, 2001 02:00

Trad. R. Hernández y E. Piñas. Mondadori. Barcelona, 2001. 229 págs., 2.595 ptas.

Cercana aún la publicación, en español, de la biografía de Colette hecha por Judith Thurman, es bueno que vuelvan a nuestros lectores algunos títulos de aquella escritora tan sobresaliente. Chéri, en mi opinión, es una obra acertadísima para este reencuentro.

Chéri quiere decir "querido" en francés, pero no se traduce porque en la novela es el apodo familiar del protagonista masculino, y porque ese "querido" es siempre amatorio, amoroso, frente al querido en general que sería cher. Publicada por vez primera en 1920, cuando Colette tenía 47 años, Chéri es uno de sus títulos más emblemáticos y a la vez paradigma de un tiempo que acaba y otro renovador que comienza. La acción ocurre antes de la I Guerra Mundial y nos muestra un mundo hoy abolido, que a la par que puede escandalizarnos, no deja de llenarnos de nostalgia: el mundo de las demi-mondaines de alto copete. Léa, la protagonista de esta sutilísima novelita psicológica, es una antigua cortesana enriquecida que, al borde de los 50 años hace seis que vive liada con el hijo de una amiga de la vida alegre. Chéri tiene 24 años cuando le conocemos, es extraordinariamente guapo y juvenil, levemente perverso y mimoso, y un magnífico y caprichoso amante... El tema parece también hoy muy moderno (pese al entorno belle-époque de la novela): la historia del jovencito guapo y tenebroso y de la mujer madura y rica, que ya nota el declive...

En Chéri (como recordaba, pensando en aquel tiempo, Marguerite Yourcenar a Natalie Clifford-Barney) la palabra placer es aún una palabra civilizada y civilizadora. Acaso el vicio no fuera recomendable para las clases medias, pero quienes se segregaban de ellas podían entenderlo y admitirlo. Chéri (escrita en un estilo eficaz, cuidadoso) encumbra el placer y la felicidad del instante -el hedonismo de los felices 20-, explicado en un prólogo didáctico, pero no oculta que un muchacho caprichoso y guapo no podrá, al fin (pese a los celos) superar el sentimiento filial que concluye sintiendo por una mujer que abandona el cénit y a la que nunca dejará de amar, aunque concluya alejándose.