Image: Las correcciones

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Novela

Las correcciones

Jonathan Franzen

1 mayo, 2002 02:00

Jonathan Franzen. Foto: Javi Martínez

Traducción de Ramón Buenaventura. Seix Barral. Barcelona, 2002.736 págs., 23 euros

He aquí el último gran éxito en la novelística del país de las barras y las estrellas. Con más de un millón de ejemplares vendidos en un año, colocada en el número uno de ventas, ganadora del National Book Award, se ha convertido en el gran fenómeno de la emergente novelística americana en esta entrada de milenio.

Franzen, cuyas dos novelas anteriores, The Twenty-Seventh City (1988) y Strong Motion (1992), relataban la América de los 80 a partir de una marcha hindú sobre Saint Louis o de una pesadilla sísmica que se cernía sobre Boston, ha elevado con esta novela su propio universo narrativo a una comedia trágica elegante en su estilo, humorística y lírica. O no ha caído, como en sus producciones anteriores, en el descuido prolijo y en la ambición desordenada bajo la influencia no asimilada de Pynchon o de la sátira de Sinclair Lewis.

Las correcciones no supone, sin embargo, una ruptura total con su obra anterior: aquí están la crítica social, los argumentos políticos y los dramas íntimos familiares (en la estela de Updike) pero ahora destilados al servicio de una narración total. Con ella Franzen se encuentra a sí mismo, a su mundo perverso y desquiciado, a sus instintos para retratar una sociedad al límite de sus afectos y sus emociones. Y ahonda además las diferencias con otros escritores de su generación cuyas innovaciones estéticas y formales han conducido a la ficción americana, según expuso Franzen en su ensayo Penchance to Dream, a la irrelevancia social y al agotamiento del lector. Franzen es un realista balzaquiano que, aunque hace guiños al posmodernismo, no se deja seducir por él y que da una vuelta de tuerca a la cosmovisión del mundo americano para hacerlo aparecer más digerible para el gran público (en esto se encuentra su grandeza y su derrota).

Organizada a partir de nouvelles, Las correcciones nos cuenta la vida de la familia Lampert en un intento de escribir un tipo de Bunddenbrooks americana. Pero soterradas en cada uno de ellos se encuentran verdades irrefutables. Alfred, el padre, acuciado por el parkinson, la demencia y la depresión, se nos descubre como un hombre de extrema frialdad, arisco y ambicioso. Enid, como una madre insoportable en su egoísmo. Gary (el gran personaje de esta novela), como un hijo paranoico en cuanto a su cuenta corriente y débil en su relación matrimonial. Chip es el hijo cuya expulsión de la docencia universitaria por abuso sexual lo lanza a un mundo de pesadilla donde se dan la mano la corrupción y la falta de ternura. Y, por fin, Denise, la perpetua buscadora del amor, se encamina a un mundo autodestructivo donde el amor no es posible. Se logra así un dibujo devastador de la familia americana actual, seres que mas allá de las profundas anomalías que rigen sus existencias, nos muestran la naturaleza paradójica de la vida, el hondo fracaso en que consiste vivir. Envidias, resentimientos, avaricia, los personajes de esta novela son seres de contornos polisémicos cuyo estado de insatisfacción lo provoca un mundo y una complejidad emocional que los sobrepasa. Y que detrás de su apariencia de normalidad (detrás de la idílica suburban way of life americana) nos muestran una imperiosa necesidad de trasgredir su memoria personal mientras se abren a su propio drama.

Novela, pues, de personajes (no es extraño que entre padres e hijos se establezcan paralelismos), Las correcciones es sobre todo una novela de elegante factura, perversamente inteligente. Y eso que, como ocurre en Irving, las largas digresiones, la gratuidad en las observaciones del narrador le restan en algunos puntos intensidad. Quizá esté escrita para paladares que gustan de una medida no irrespetuosa. Pero su comicidad, sus estampas líricas, su impecable construcción, su aguda manera de relatar el drama de la vida común la convierten en una de las novelas más ambiciosas de los últimos años, ambiciosa porque logra reunir las obsesiones y los tópicos de una generación y porque no se aparta de emocionar al lector aunque sea echando mano de las elocuencias más abarcables por el mercado.