Image: Salsa

Image: Salsa

Novela

Salsa

Clara Obligado

29 mayo, 2002 02:00

Clara Obligado. Foto: Mercedes Rodríguez

Plaza & Janés. Barcelona, 2002. 192 páginas, 13’90 euros

A comienzos de los 50 Cela dio el retrato colectivo de la primera postguerra en La Colmena. Clara Obligado muestra en Salsa la transformación del Madrid celiano medio siglo después. Las coincidencias son llamativas.

Relato dispuesto en fragmentos (que Clara Obligado marca un tanto ingenuamente con asteriscos), bastantes protagonistas entre los cuales destacan unos pocos, vidas que persiguen la felicidad en medio de una generalizada desazón, búsqueda de un amarre existencial en el amor y el sexo.

Todavía falta, en fin, otra asombrosa similitud: la acción, desarrollada en varios espacios, se polariza tanto en una como en otra en un bar regentado por una mujer y situado en el mismo eje madrileño de la Castellana. El café de doña Rosa de La colmena lo convierte Obligado en un local de copas de pintoresco nombre, Los bongoseros del Bratislava, regido por una tal Jamaica.

La evidencia del modelo elegido por Obligado reduce radicalmente su originalidad, que queda limitada al reflejo del cambio social que se ha producido en los umbrales del nuevo milenio. Por Salsa circula el mundillo de la sociedad urbana europea de ahora: emigrantes que se ganan la vida como pueden, mestizaje de culturas (una escritora argentina al lado de un senegalés que se hace pasar por cubano), testimonios de la revolución sexual y de la liberación femenina (homosexuales, adolescente enamorada del novio de su madre, cuarentona que alterna al marido con un negro macizo...).

Esta base costumbrista sirve de soporte humano al mismo propósito de Cela, mostrar el penoso oficio de vivir y el desaliento consustancial a la existencia; señalar la dura búsqueda de remedios para la pobreza, o para sortear la soledad. Las alternativas se hallan en el hedonismo descarado, el engaño (la magia), la picaresca, el cinismo... Todo ello estimulado por la perentoria necesidad de sobrevivir. Clara Obligado traza así un retrato de un mundo bastante caótico cuyo sentido se resume al final de la obra: la vida es un culebrón, dice una de las chicas, y otra le replica que no, que es una telenovela.

El microcosmos urbano de Salsa se mueve entre el nihilismo y la moral utilitaria y viene a sintetizar los confusos valores vigentes en la sociedad de hoy. La autora deja que los personajes vayan y vengan, pasa de unos a otros hasta que junta a la mayor parte en el único fragmento un poco largo, enlaza sus historias, acentúa el tono melodramático y cierra el relato con aire de farsa.

Así desenlaza Obligado una historia sainetesca que se abre con una irónica ambigöedad (una de las protagonistas da a luz un niño y se sorprende de que sea blanco), sigue con equívocos y alterna el drama, la sentimentalina y la alegría del baile. Esta deliberada mezcla de registros, serios y humorísticos, contada con desenfado, y su agridulce efecto, es lo mejor de la novela y su aportación al modelo original.