Novela

Martázul

Xosé A. Perozo

24 julio, 2002 02:00

Premio Blanco Amor. Ir Indo Edicións. Vigo, 2002. 362 páginas. 15’02 euros

Xosé A. Perozo es un extremeño (Llerena, 1951) que vive en Galicia desde 1970 y allí trabaja como periodista, escritor y editor. Ha publicado más de veinte libros, en su mayoría originariamente en gallego. Su labor creadora ha dado más frutos en la literatura infantil y juvenil.

También ha hecho incursiones en el teatro y en la novela. En este género se inscribe Martázul, ahora traducida al castellano por su autor. Martázul es una novela provocadora que desarrolla una atropellada educación sentimental, en tiempos de profundos cambios a finales del siglo XX, donde la perversión y el sexo no dejan lugar al amor. Su protagonista encarna una especie de donjuán femenino que pone por delante su instinto de dominio en el disfrute del placer, complaciéndose en el implacable juego de seducción calculado sobre sus víctimas. Sólo una vez puso interés en la llamada del amor y le salió mal, quizás porque ya era tarde para enderezar una biografía sexual tan desaforada. Para ella su cuerpo es un arma de seducción apoyada en una belleza deslumbrante que le permite jugar con sus amantes de uno y otro sexo. En este sentido se trata de una novela de época, de finales del pasado siglo y milenio con su mudanza en los comportamientos de mujeres y hombres en lo tocante a sus papeles en la relación amorosa. Por eso puede hallar su razón de ser en la condición femenina de la protagonista, singular en su perversidad frente a periclitados modelos de donjuanismo masculino. Libre y amoral en su poliandria compulsiva, esta encantadora de hombres seduce por seducir, sabiéndose ganadora de los sentimientos de los atrapados en sus redes amatorias. Estamos ante un personaje de folladora movida por la transgresión y una radical perversidad. De ahí proceden sus limitaciones como personaje que no esconde más pliegues psicológicos que enriquezcan su figura más allá de los encantos de su cuerpo.

La novela está dividida en tres partes que se corresponden con otras tantas etapas de la protagonista. Las tres están contadas desde un presente narrativo situado entre 1993 y 1996, con frecuentes y fragmentadas retrospecciones temporales al pasado reciente de su adolescencia desde la plenitud de los 25 años de Martázul en el presente narrativo. La primera parte, "El tren del placer", la lleva desde Vigo a Madrid en busca de quien fue su amante más duradero, con asociación de recuerdos de sus primeras relaciones en el pueblo gallego natal y en Vigo. Aquel amante es el "Pigmalión" que da título a la segunda parte, con el encuentro de ambos en Pozuelo durante unos días y la extensión de la memoria subjetiva a otros amantes de la protagonista. Por último, tras una elipsis de tres años y otros viajes por Europa, en "Tiempo de la memoria" se cierra la novela con nuevas andanzas entre París y Berlín y el encuentro casual de la protagonista con alguien del principio que le descubre su participación en la muerte del Pigmalión que la había moldeado. Tal vez sea este un final sin la debida fundamentación, pero sirve para atar algunos cabos sueltos y, de paso, renovar el carácter lúdico, a veces hasta lo gratuito, de las audacias erótico-sexuales de la protagonista. Ella es tam-
bién la narradora de sus travesuras en una primera persona que habla con su voz y recuerda desde su propia visión, fundiendo rápidos diálogos en el tejido narrativo y desdoblándose en una aparente tercera persona para dar lugar a un fluido narrativo continuo en que se genera el texto mediante la subjetiva asociación de ideas y recuerdos. Y el discurso se unifica en una prosa (con algún descuido que hay que corregir) de ritmo entrecortado por una sintaxis de frases breves pespunteada por repetidas alusiones literarias y la reiteración de las fórmulas narrativas "Así sucedió" y "Así fue".