Image: Las interioridades

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Novela

Las interioridades

Félix J. Palma

3 octubre, 2002 02:00

Félix J. Palma. Foto: Archivo

Premio Tiflos. Once / Castalia. Madrid, 2002. 199 págs., 11’50 euros

Basta comenzar el primero de los seis cuentos de Las interioridades para tener la clave desde la que Félix J. Palma escribe el libro entero. El narrador se encuentra a una persona dentro de un armario y esa situación extraordinaria se convierte en normal a partir de ahí.

Los cuentos que siguen insisten en salirse de la vida común y en recrear anécdotas insólitas, y confirman la preferencia absoluta del autor por lo inhabitual. En la última pieza se presenta como normal el que la gente viva en sus casas con un hombre escondido detrás de una cortina. El protagonista de una de las historias convierte por amor su domicilio en un arca de Noé.

Tal entrega sin reservas a la fantasía no es un ejercicio evasivo ni un juego de ingenio (aunque este último le tienta mucho), sino una manera de revelar el mundo librándose del racionalismo. Por eso se aplica a buscarle las vueltas a la realidad con el propósito de hablar de asuntos humanos importantes mediante un enfoque imaginativo. El humor, la paradoja o el contraste sustentan unas historias sorprendentes que tratan de aspiraciones y conflictos intemporales: la identidad, la soledad, el desvalimiento, el fracaso, la muerte.

Para el tipo de mirada que interesa al autor, el libro de cuentos ofrece, con su cambio rápido en las situaciones anecdóticas, un molde muy adecuado. En él pone a prueba Palma su meta: indagar en la vida fuera de las convenciones realistas. Y revela buenas facultades, aunque su trabajo produzca un claroscuro con aspectos positivos y negativos.

Se agradece cómo cuida Palma la expresión, la riqueza de vocabulario, la adjetivación esmerada, el gusto por las comparaciones y un tono a veces lírico. Todo eso está muy bien, siempre que no se abuse, extremo que no evita del todo por culpa de un verbalismo excesivo y por una afición a lo que Juan Marsé llama "prosa de sonajero". Sólo como alarde gratuito puede calificarse el que alguien diga "el café dulzón le cartografiaba la garganta".

Estas pegas achacables a un autor todavía poco maduro se equilibran con notables aciertos. Posee Palma el don de cerrar los cuentos con un desenlace imprevisto, un broche que encierra en síntesis el contenido entero de la pieza. También domina la medida, pues todas las historias tienen la extensión justa para que su asunto se desarrolle sin digresiones ni atropellos. Alcanza además la cualidad de dar verosimilitud literaria plena a un mundo por completo imaginario, gracias, en parte, a su habilidad para rozar lo onírico y lo absurdo, y a no perder de vista nunca lo cotidiano como eficaz término de contraste de lo extraño.

Se aprecia en Las interioridades un ejercicio sincero de invención libre, una afortunada tensión entre poesía, ternura y humor, una defensa de la capacidad de soñar, una invitación al viaje fantástico y un recelo de quienes se niegan a reconocer la maravilla. Esta perspectiva, presentada a veces con óptica infantil o con la postura distante del mirón, propone un idealismo nada inoportuno en tiempos de cruda materialidad. Este libro con cuentos no poco alegóricos, y de un buen nivel medio, depara una lectura estimulante.