Novela

La cabeza de mi padre

Kalman Barsy

23 enero, 2003 01:00

Pre-Textos. Valencia, 2002. 116 páginas, 13 euros

Estudioso de la literatura hispanoamericana, Barsy (Budapest, 1942), emigró con su familia a la Argentina en 1949 y se afincó en Puerto Rico. La cabeza de mi padre comienza aludiendo al exilio como naufragio del alma: "El náufrago pasa su existencia recorriendo la playa, tratando de armar el rompecabezas de su vida a partir de los tesoros y basura que le trae la resaca". Esta declaración determina el sentido de un relato que narra la vida de una familia de exiliados húngaros en la Argentina de Perón. Se encadenan con acierto algunos de los temas propios de la tópica del exilio: tres generaciones de una familia celebran una comida en medio del desconcierto provocado por el desencuentro; dos hermanos se enfrentan en un internado con la hostilidad del mundo; los padres renuevan inútilmente sus proyectos ante la incomprensión de sus hijos, que pretenden recuperar una patria cuyos muros se han hecho definitivamente invisibles.

Con un lenguaje fuerte y vivo, expresión de la fragmentación de un mundo babélico en el que los giros porteños se mezclan con canciones germanas y con las imprecaciones del húngaro, Barsy muestra el drama de la imposible radicación en el mundo. Nadie ignora la importancia de la literatura del exilio, una de las fuentes de metáfora constantemente renovadas de nuestro imaginario: toda vida es un exilio en la medida en que se hace deshaciéndose y a la búsqueda de paraísos inexistentes. No siempre el escritor acierta a distanciarse de una realidad en la que suele creer que radica lo más esencial de su identidad. Barsy maneja fragmentos de su historia pero no estoy seguro de que haya sido capaz de hacer con ellos el canto libre del pájaro al que alude en su prólogo.