Image: Caramelo

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Novela

Caramelo

Sandra Cisneros

8 mayo, 2003 02:00

Sandra Cisneros. Foto: Eric Gay

Traducción de Liliana Valenzuela. Seix Barral. Barcelona, 2003. 549 páginas. 18 euros

A comienzos de los 90 el cuentista chicano Sabine Ulibarrí, fallecido el pasado enero, pronunció una conferencia en la Universidad de Alcalá lamentándose del escaso interés que la literatura chicana tenía para los españoles. "Fuimos los grandes olvidados en tiempos del Imperio y continuamos siéndolo hoy en día". No le faltaba razón, aunque por fortuna la situación va cambiando poco a poco. Un buen número de universidades españolas ya incluyen en sus curricula la asignatura de Literatura chicana y también las editoriales comerciales comienzan a reconocer el potencial literario de autores como Miguel Méndez, Ana Castillo, Ron Arias o Jimmy Santiago Baca, ya editados en España, aun cuando quedan por descubrir nombres como Alejandro Morales, R. Anaya, R. Hinojosa o Estela Portillo.

Ahora se acaba de publicar Caramelo, de Sandra Cisneros, la autora más popular del grupo. No es su primera obra traducida; en las librerías españolas podemos encontrar la novela Una casa en Mango Street y los relatos érase un hombre, érase una mujer. Caramelo es su segunda novela, después de casi veinte años desde aquella Casa en Mango Street. Esperanza, la joven protagonista de aquélla, nos descubría el mundo de las mujeres chicanas que vivían en una sociedad machista. La protagonista de Caramelo, Celaya Reyes, Lala, mantiene interesantes coincidencias con Esperanza. También es un bildungsroman, pero esta novela resulta mucho más madura y compleja que la primera. Ahora se trata de retratar la vida de la familia Reyes a través de tres generaciones, en un universo intercultural donde la cultura mexicana, mexicoamericana y americana se interrelacionan.

Los Reyes viven en Chicago y como cada año emprenden un peregrinaje hasta México para visitar a su abuela materna, Soledad. Poco a poco iremos conociendo cómo Soledad ha llegado a convertirse en la "abuela enojona". Su madre murió siendo ella una niña y su padre, casado en segundas nupcias, la "regaló" a una prima. Llevaba consigo un rebozo inacabado de su madre, color caramelo, que "heredará" Lala, la única hija de siete hermanos, y que se convierte en eje simbólico de la obra. Es Lala quien narra los recuerdos de su abuela, tratando de discernir qué hay de verdad en el cúmulo de "mentiras piadosas" que se han transmitido de generación en generación, hilvanando la historia de la familia.

éste es el hilo argumental, pero la historia narrada es infinitamente más compleja, pues Lala, como si fuera una moderna Sherezade, inserta mil y una subhistorias, según el modelo utilizado en Una casa en Mango Street. También Cisneros deja oír su voz con numerosas notas a pie de página, cuya inclusión se antoja como un ejercicio de experimentación narrativa. Resulta significativo que la mayor parte de la narración se desarrolle durante los continuos viajes de la familia.

A mediados de mayo visita España esta prima donna de las letras chicanas. Bienvenida sea, sobre todo si su presencia sirve para que los lectores se interesen definitivamente por una literatura que cuenta con verdaderos tesoros por descubrir.