Image: La hora del barquero

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Novela

La hora del barquero

Víctor Chamorro

5 junio, 2003 02:00

Víctor Chamorro. Foto: Paco Campos

Premio Café Gijón. Acantilado, 2003. 312 págs, 18 e.

Esta obra de V. Chamorro (Monroy, Cáceres, 1939), que viene a enriquecer la ya abundante producción literaria del autor, finalista por dos veces del premio Planeta en los años 60, se acoge a la moderna tradición de novelas de la conciencia.

La hora del barquero descubre su filiación literaria en la incorporación de una cita de Kafka como lema de cabecera: "Alguien debió de haber calumniado a Josef K. puesto que, sin haber hecho nada malo, fueron a arrestarle una mañana". Así comienza El proceso, cuyo legado simbólico en la genial intuición de los horrores que vinieron después impregna La hora del barquero en todos sus niveles de significación. Aquí nos encontramos con un hombre, Jesús Maera Zoncal, que ha formado parte de un grupo terrorista y que ahora, detenido y encarcelado, ha perdido la memoria, a pesar de lo cual es interrogado y torturado para que denuncie el paradero de alguien.

El interrogatorio es cruel. Y la novela resulta, quizás, demasiado hermética, pero nunca se pierde el hilo conductor de la narración, ni siquiera en los momentos de mayor opacidad. Incluso se aclara bastante al final, cuando, transcurridos dos años, el protagonista recobra su memoria y recrea en su nuevo interrogatorio con el psiquiatra aquellas experiencias de su pasado revolucionario.

El texto se divide en tres partes, que en realidad son dos y tienen una extensión desigual. La primera parte se articula en dos, con una introducción al principio, en cinco capítulos, y un nuevo capítulo al final que, a modo de epílogo, resuelve la conclusión de aquella pesadilla. Ambos segmentos de esta parte están contados por un narrador omnisciente en tercera persona que, privilegiando la visión del protagonista por medio del estilo indirecto libre, adelanta las líneas esenciales del conflicto novelado y lo cierra con el esclarecimiento de algún cabo suelto en el despertar de la pesadilla. En el medio se desarrolla la segunda parte, mucho más extensa, contada en primera persona por el narrador y protagonista, que usa con frecuencia la técnica del diálogo fundido en el tejido narrativo e incluso la del diálogo recordado dentro de otro diálogo. Como Jesús Maera es también escritor, en el texto se plantean las posibilidades de componer una novela con esta situación vivida por él. Lo cual facilita la reflexión autocrítica sobre el texto generado y también, si hacemos gracia de algunos disparates ortográficos, la elaboración de una prosa de factura clásica, pespunteada de motivos recurrentes en boca del narrador.

Como en las narraciones de Kafka, a quien se rinden nuevos homenajes en el texto (págs. 215 y 303), además del dedicado a Dostoievski en el "alias" de Fédor adoptado por el protagonista (pág. 249), la historia puede ocurrir en cualquier parte. No hay, casi, delimitaciones espaciales y temporales. Por más que este torturante asedio a la conciencia y a la integridad humana alude a una época pasada bajo el mandato del General y a un presente narrativo en democracia. Lo cual puede apuntar a muchos países, incluido el nuestro.