Una danza para la música del tiempo: Invierno
Anthony Powell
4 septiembre, 2003 02:00Anthony Powell. Foto: Archivo
"La gente cree que, por el hecho de ser inventada, una novela no es verídica. Pero es exactamente al contrario. Una novela, precisamente por ser inventada, es verdad. La biografía y las memorias nunca pueden ser enteramente verdaderas porque no pueden incluir todas las circunstancias concebibles de lo sucedido."Tal reflexión pertenece al novelista X. Trapnel, uno de los personajes que pueblan las páginas de esta Danza para la música del tiempo, y que sintetiza fielmente la idea que su autor, Anthony Powell tiene sobre el arte de novelar. Y si admitimos que la novela debe "incluir todas las circunstancias concebibles de los sucedido" la escueta narración del acontecimiento en concreto se antoja insuficiente. No debe extrañar, por tanto, el peculiar modelo de publicación de la ingente obra de Powell, las cuatro trilogías -que se corresponden con las estaciones- de Una danza para la música del tiempo, escritas entre 1951 y 1971. Acaba de aparecer la última entrega, correspondiente al Invierno, que incluye las novelas Los libros sí amueblan una habitación; Reyes temporales; y Escuchando armonías secretas. Cada una de ellas puede leerse y tiene sentido en sí misma, pero es dentro del conjunto cuando la auténtica dimensión y trascendencia de la narración singular adquiere pleno significado.
El narrador es Nick Jenkins quien, en el período de posguerra, recién establecido el "Muro de acero" ingresa en la universidad para escribir un libro sobre Richard Burton, autor de Anatomía de la melancolía (salvando las distancias, Nick Jenkins rememora al Nick Carraway de El gran Gatsby, de igual forma que sentimos escuchar ecos de aquella en esta). No son las experiencias personales de Nick las que interesan la sustancia de la obra, sino las venturas y desventuras del matrimonio Widmerpool, si bien Kenneth y Pamela, los esposos, sirven más como excusa que como motivo de las numerosas subtramas que se suceden. Conocemos a Kenneth en Los libros siendo un poderoso parlamentario; en Reyes, durante un penoso acontecimiento en un acto universitario, su caída parece irremediable y finalmente muere en extrañas circunstancias durante un rito sectario en Armonías. También es turbulenta la vida de Pam, una bellísima mujer que cambia continuamente de "desilusionados amantes" (pág. 259), se ve involucrada en un turbio asunto de perversión sexual y muere, al parecer, a causa de una sobredosis. Se trata, no obstante, del hilo conductor, del nexo de unión entre las tres novelas, pues lo más interesante es la aguda y perspicaz disección que de los ambientes artísticos, fundamentalmente literarios, de mediados del siglo XX realiza Powell. En este entramado juega un papel fundamental X. Trapnel, autor de Viaje a la tumba a lomos de un camello, novela que aparece en cada una de las partes. Como con el resto de los personajes también Trapnel evoluciona con los tiempos y de joven activista político de izquierdas se convierte en escritor digno de estudios críticos; por supuesto, es uno de los muchos amantes de Pam.
La visión realista de la sociedad que nos presenta Powell no está exenta de una ironía tan mordaz como sutil. Pocos autores logran "disimular", con la genialidad de Powell, la comicidad más irreverente bajo un espeso, al tiempo que permeable, manto de gravedad y sobriedad a primera vista trascendente cuando en realidad se trata de un elaboradísimo sarcasmo. El título de la novela de Trapnel ya les habrá puesto sobre aviso; el proceso del entierro en la primera parte es antológico, al igual que lo concerniente a la edición de la revista literaria "Fisión". Se debe destacar, por último, el trabajo del traductor. También se agradecen las numerosas notas a pie de página que sitúan a los numerosísimos autores, reales, que aparecen en la novela, imposibles de conocer incluso para lectores con un nivel cultural considerable.