Image: La individuación

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Novela

La individuación

Gregorio Morales

2 octubre, 2003 02:00

Gregorio Morales. Foto: Archivo

Alhulia. Granada, 2003. 336 páginas, 16’50 euros

Gregorio Morales (Granada, 1952) viene llevando a cabo una amplia labor en el campo de la cultura como novelista y autor de cuentos, poeta y ensayista.

Explicó su idea de una literatura de signo antirrealista en El cadáver de Balzac (1998). Participó en la creación del polémico Grupo de Estética Cuántica (2000), cuyas teorías aparecen expuestas en el volumen coordinado por M. J. Caro y J. W. Mur-phy: El mundo de la cultura cuántica (Port Royal, 2003), y en su propia colección de ensayos Principio de incertidumbre (Institució Alfons El Magnànim, 2003). Ha publicado más de media docena de novelas. Las últimas son la novela corta Puerta del Sol (2002) y la obra que aquí se comenta.

La trama de La individuación adopta el modelo de una singular novela negra en la cual se completan dos historias policiacas con fuertes nexos comunes en ambas. El narrador en primera persona es el joven escritor Gabriel Alviz, quien vive un agitado momento cultural en la movida madrileña, hasta el extremo de considerarlo casi paradisíaco, aunque finalmente descubra que se parece mucho más al infierno, por emplear conceptos tomados de Dante que figuran en los títulos de las partes en que se divide la novela. El misterioso asesinato de un amigo suyo en la gran ciudad lo lleva a recordar otro crimen cometido en tiempos de su niñez en el pueblo de Solair. Ambas historias acaban convergiendo en una trama repetida de mafias policiales involucradas en el comercio sexual y el tráfico de drogas y robos de todo tipo. Las dos historias son diferentes por las circunstancias en que se desarrollan: de posguerra la primera, con sus implicaciones políticas e ideológicas, tenuemente desvelada a partir de la memoria infantil en la distancia; de adultos en un bullicioso Madrid en los primeros años de la democracia, con renovados tentáculos en la organización del crimen, la segunda.

Pero más allá de accidentales diferencias, las dos historias y sus respectivos crímenes aparecen como dos etapas en el proceso de aprendizaje del narrador y protagonista, con sendas relaciones amorosas y su correspondiente desengaño en cada una. La individuación del título constituye así el proceso de búsqueda y conocimiento de uno mismo, que aquí se va produciendo de forma simultánea al progresivo esclarecimiento de los dos crímenes. Resulta significativo que las víctimas de ambos delitos sean dos escritores y artistas, y también que el propio narrador y protagonista sea también escritor con una novela publicada y otra escrita pero sin reconocimiento alguno. Al final, el éxito parece radicar en el descubrimiento de la verdad, primero en la organización de mafias policiales y, en grado más profundo, en los grupos que dirigen el mapa de la cultura española. Por ello, si hacemos gracia de ciertos descuidos ocasionales y algunos diálogos sin relieve, la novela se lee con provecho tanto en su nivel más superficial de suspensión de la intriga como en sus implicaciones más graves en su aprendizaje reflexivo en el mundo del arte y la cultura.