Image: Una y todas las guerras

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Novela

Una y todas las guerras

Antonio Prieto

15 enero, 2004 01:00

Antonio Prieto. Foto: M.R.

Seix Barral. Barcelona, 2003. 400 páginas, 19 euros

La recepción de la obra novelística de Antonio Prieto merecía más atención de la que se le ha venido prestando. Quizás le ha perjudicado su amplia labor académica como profesor universitario y autor de importantes monografías dedicadas a la investigación de nuestra historia literaria.

Sus novelas, aun habiendo obtenido el premio Planeta ya en 1955 con Tres pisadas de hombre o el Andalucía de la Crítica con Isla Blanca (1997), componen una dilatada trayectoria que da fe de su entrega permanente al género y que merece tener más proyección. Entre ellas hay algunas que destacan por su empeño de novelar la historia, en especial algunos episodios que han atraído su interés, desde El embajador (1988) hasta Dollabella (2001).

Una y todas las guerras viene a ser el compendio de estos afanes del autor por recrear la historia en un relato que juega con el tiempo, y con la realidad y la ficción, para convertirse en una novela ensayo que explica algunas guerras que han condicionado el pasado y el presente de nuestra civilización occidental. Esto constituye un empeño muy ambicioso, que Prieto saca adelante sosteniendo su heterodoxo recorrido por la historia en cinco etapas especialmente convulsas y significativas en nuestra evolución histórica y cultural. El narrador y protagonista es una figura construida sólo con memoria, sin tiempo ni nombre, que sitúa su presente narrativo en la actualidad, con la noticia del atentado contra las Torres Gemelas, que él conoce en su apartamento de Atenas frente a la Acrópolis. Desde ahí escribe y recuerda su milenaria historia, que él recrea en presente para su amada Carla en Roma, hija de italiana y un militar americano que intervino en la II Guerra Mundial. Con ella como destinatario explícito, el anónimo narrador rememora y explica cinco etapas con sus guerras que han determinado la evolución de la historia. Todas fueron manipuladas por ambiciones no confesadas de quienes mintieron.

Así, desde los comienzos remotos en la isla de Esciros, en el mar Egeo, hasta la ciudad de Berlín bajo las bombas en la II Guerra Mundial, el narrador va desgranando su paso por la historia centrándose en la guerra de Troya (por caprichos de Helena y el codiciado tesoro de Príamo), las guerras civiles de Roma (por estrategias políticas y grandes pasiones) hasta la victoria de Augusto en la batalla de Accio, el saqueo de Roma en 1527 por las tropas imperiales de Carlos V, el fin de una época con la Revolución Francesa (y las secuelas del horror por desvirtuación de los ideales revolucionarios) y la Alemania de Hitler (última manifestación de la pasión de mandar que todo lo viste de cementerio).

En todas estas encrucijadas históricas estuvo presente el ucrónico narrador que recrea su memoria ante Carla, en relación alternante con los amores de ambos en Roma, y que, finalmente, escribe, viejo y solo, en Atenas, salpicando su relato con algunas consideraciones sobre su forma de contar por encima de la cronología, pasando con naturalidad del pasado al presente (con retrospecciones y anticipaciones distribuidas en el discurso) y mezclando todos los tiempos en su singular dimensión temporal que lo justifica como narrador pero que lo condena a la carencia de tiempo que ofrecer a Carla para hacer duradero su amor. El resultado es una narración lúdica, intelectual y desengañada sobre las mentiras de la historia y sus guerras, siempre movidas por quienes "seguirían escalando los peldaños de la gloria para desde su altura ilusionar a una población anónima que nutriría con sus vidas una y todas las guerras" (pág. 220). Más claridad y actualidad, imposible.