Arturo del Hoyo

Hay una generación de escritores que cumplieron los veinte años en el fragor de la guerra civil y que coinciden en haber cultivado tanto la creación como la crítica y el estudio de la literatura: junto a Cela, Leopoldo de Luis, Garciasol o Bleiberg es preciso añadir a Arturo del Hoyo, recientemente fallecido.

Acaso menos conocido como creador, por haber dedicado muchos años de su vida a llevar a buen puerto distintas tareas editoriales: un utilísimo Diccionario de palabras y frases extranjeras, la copiosa recopilación Teatro mundial, la edición de las Obras completas de autores como García Lorca -que fue en su momento, por muchas razones, una proeza editorial- o la excelente de Baltasar Gracián, han sido obras de amplio uso entre quienes a menudo desconocían que Arturo del Hoyo era también un excelente autor de cuentos, con seis libros publicados de forma discontinua entre los años 1956 y 200, algunos de ellos, además, de difícil acceso en la actualidad. De ahí la oportunidad de esta antología, que recoge veintitrés relatos de cinco de aquellos libros, precedidos de un breve prólogo de André Belamich. El lector, que se encontrará con no pocas sorpresas en la lectura de este volumen, podrá saborear la calidad de una prosa límpida, rica y llena de matices, muy distinta de la plana y monocorde que ahora se lleva, en "El lobo"; advertirá cómo se puede construir un espléndido relato, pleno de sugerencias, en las dos páginas escasas con que se resuelven cuentos como los titulados "Otra anunciación" o "En la glorieta"; o llegará a la conclusión de que resulta difícil desarrollar una historia tan equilibrada en acciones, paisaje, atmós- fera y sugestión sentimental como "Al gran derby de Loredo". Algunos de estos relatos están muy cerca del testimonio personal -e incluso, significativamente, en más de un caso el narrador se llama Arturo-, y varios de ellos tienen la guerra civil o sus penosas secuelas de hambre, miseria y represión como fondo de los hechos narrados. Así, "Las señas", que parece relatar una anécdota trivial y gozosa, oculta pudorosamente un suceso trágico. Vale la pena descubrir, gracias a estos cuentos, la vena oculta de un escritor casi clandestino que dedicó la mayor parte de su vida a servir de otro modo a la literatura.