En la encrucijada de un cambio de épocas- la medieval y la moderna- se sitúa la acción de esta narración, atravesada a su vez por dos civilizaciones, la cristiana y la musulmana. Dos mundos y dos períodos en un escenario que significó el nacimiento de un estado moderno llamado España. La conquista de Granada es recreada por Magdalena Lasala a través de Abu Abd-Allah, más conocido como Boabdil, apodado por los cristianos el Rey Chico, y por los musulmanes el Desventurado.

Boabdil es perseguido desde su infancia por una profecía que aseguraba que sería el último rey de Granada. Como en las tragedias griegas, el fatum se cumple el 2 de enero de 1492. Como un héroe romántico, delicado, culto y perseguidor de la belleza, el rey nazarí va a ser el resultado final de una dinastía cuyos antecedentes más cercanos van recorriendo las páginas de esta narración: su padre, el rey Muley Hacén, su madre, Aixa, representantes de las dos ramas del linaje nazarí.

Lasala se recrea con preciosismo y grandes dotes de observación en los objetos, en las emociones de esos seres rodeados por un mundo que se acaba, buscadores de belleza y perduración. Pero tras la lectura de estas páginas queda el perfume de esa edad pretérita y de sus aciagos protagonistas, víctimas al fin del tiempo y sus pasiones.