La fortaleza de la soledad
Jonathan Lethem
18 noviembre, 2004 01:00Jonathan Lethem. Foto: R.H.M.
En 1999 Jonatham Lethem ganó el premio Nacional de la Crítica Americana con su excelente novela Huérfanos de Brooklyn. Sus anteriores novelas le habían distinguido como un autor de culto en el género de la ciencia ficción.La fortaleza de la soledad, recién traducida al castellano, es su obra más ambiciosa hasta el momento. Este escritor, hijo de una hippie que regentaba una tienda de velas, se ha ganado a pulso, con un estilo vigoroso y natural, sin arrogancia, un lugar destacado en la literatura americana contemporánea.
La novela, estructurada en tres partes bien diferenciadas, se centra en la vida (y milagros) de Dylan Abdus y Mingus Rhode. Ambos niños crecen en la década de los 70 a dos puertas de distancia. Residen en destartaladas casas unifamiliares de Boerum Hill, por aquellos años una zona deprimida de Brooklyn poblada fundamentalmente por negros e hispanos. El personaje de Dylan se inspira en la propia experiencia del autor y refleja el acoso sistemático que soportó durante su infancia y adolescencia debido a su condición de blanco en un barrio de negros. Los dos niños viven en la misma calle, atienden la misma escuela pública y padecen idéntica situación personal: han sido abandonados por sus madres y sus respectivos padres viven encerrados en sus hogares. Les separa el color de la piel.
En la primera parte de la novela Lethem relata la infancia y adolescencia de los protagonistas. La segunda parte funciona como un extenso paréntesis independiente y narra la carrera musical del padre de Mingus. Creador del grupo "The Distinctions", alcanzó un enorme éxito a comienzos de los setenta, pero fue rapidamente olvidado debido al cambio en los gustos musicales que se produjeron en los años ochenta.
La última parte se centra en la vida adulta de los protagonistas. Mingus terminará sus días en la cárcel, víctima de la droga, y Dylan, a pesar de que ha conseguido salir adelante como crítico musical, vive igualmente prisionero de los fantasmas de su infancia. La dinámica del desarrollo en el barrio de Dylan y Angus es casi siempre la misma: el niño del guetto pasa de sujetar una pelota entre las manos, a tener un cigarrillo, de ahí a fumar hierba y cocaína para terminar sosteniendo una pistola.
Lethem combina su personal prosa cargada de imágenes con aderezos fantásticos, que si bien en la primera parte del libro enlazan perfectamente con el mundo infantil de los protagonistas, en la última parte no funcionan tan bien. Me refiero, por ejemplo, a los poderes sobrenaturales que el autor le confiere a Dylan, gracias a los cuales éste consigue colarse en la cárcel donde permanece encerrado su amigo.
A pesar de ello Jonathan Lethem ha escrito una magnífica novela. Sospecho que el autor necesitaba escribir sobre su infancia y su barrio, donde por cierto ha vuelto a establecerse tras pasar, como Dylan, varios años en California. Sospecho asimismo que en el doloroso proceso de recrear su infancia, consumida en el inútil esfuerzo de intentar comprender el mundo que le rodea empezando por sus padres, el autor ha conseguido romper las barreras de su solitaria ciudadela y se encuentra dispuesto a emprender nuevos proyectos.