Image: El testigo

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Novela

El testigo

Juan Villoro

25 noviembre, 2004 01:00

Juan Villoro. Foto: Domenec Umbert

Premio Herralde. Anagrama. Barcelona, 2004. 472 págs, 20 euros

Juan Villoro (Ciudad de México, 1956), junto a Roberto Bolaño (1953-2003), constituye la principal apuesta literarias hispanoamericana de Anagrama, heredera espiritual de la mítica Seix-Barral, capaz de conformar la entonces hipotética "nueva novela española" o lanzar el "boom".

De la novela póstuma del chileno nos ocupábamos en estas mismas páginas hace pocas semanas. Era, de algún modo, también novela mexicana y aquí, en esta novela de Villoro, podemos descubrir una alusión-homenaje a 2666, con la mención de las desaparecidas muchachas de Ciudad Juárez. Uno y otro forman parte de una misma promoción. Pero si Bolaño construía su novela desde su condición natural de narrador de relatos breves, Villoro es ante todo novelista. El testigo, su obra más ambiciosa, es una novela-saga que desarrolla la mayor parte de su acción en los paisajes desérticos de una hacienda familiar en decadencia, a la búsqueda no sólo de su pasado personal (una historia de amor adolescente), sino de un mundo desvencijado, desordenado, perdido en los desvanes de la memoria. Su trayectoria la situaremos, pues, más cerca de "lo real maravilloso" de Carpentier: geografía exótica, casi irreal, en un país conflictivo, entre el tráfico de droga y el desengaño ante esta democracia que culminó en el hundimiento del PRI en las anteriores elecciones, sumados a una historia colectiva plena de lagunas.

Existen también otras coincidencias entre Bolaño y Villoro, puesto que ambos construyen sus relatos sobre la literatura misma. En El testigo se realizará de forma aún más explícita. El protagonista, un profesor de literatura que abandonó México por la universidad de Nanterre, regresa con el pretexto de trabajar sobre la obra del excelente poeta ruralista Ramón López Velarde (1888- 1921), quien luchó siempre entre su religiosidad y natural sensualidad, como aquí se apunta. En la pág. 52 se nos ofrecerá casi un ensayo sobre dicho autor, pero los orígenes familiares del protagonista entroncarán con el poeta y la hacienda casi abandonada, donde sigue viviendo su tío, como antes su padre, y algunos personajes que tienen una vaga idea del poeta o testigos callados de los aconteceres familiares, como Ignacia o Alicia, su sobrina.. Habrá que sumar a todo ello la situación personal de Julio Valdivieso, el protagonista, casado con Paola, una italiana con la que ha tenido dos hijos, que se trasladarán también a México para compartir el años sabático. El hecho de que esta hacienda sea un centro utilizado por los narcos, el interés de la televisión -un doble pretexto- por reconstruir en forma de telenovela la guerra cristera y la búsqueda de una justificación a la violencia, a los misterios de un México incomprensible y mítico son la esencia de un relato exageradamente dilatado.

En algunos aspectos, la novela escapa del realismo tradicional. Resulta poco verosímil, por ejemplo, la quema final del archivo que su tío había guardado... Sin embargo, Villoro consigue que el relato mantenga su interés a través de complejas confabulaciones. Todo está bajo sospecha, porque tras cada situación descubrimos una trama secreta: la final será el descubrimiento policiaco de una célula de los "legionarios de Cristo". Otra serie de símbolos y personajes adquieren relieve en este amplio friso, cuyo objetivo resulte tal vez excesivo, aunque se corresponda con la ambición de un novelista que es ya un valor destacado en la narrativa hispanoamericana reciente. Se resiente de cierta precipitación final, innecesarias reiteraciones y rebuscados paralelismos.

Tres cuestiones a Villoro
-¿La mirada más fiable sobre la historia es siempre la del exiliado?
-La mirada literaria depende de cierta extranjería. Esto puede ocurrir viviendo en el propio país pero cultivando ese sentido de la perplejidad.
-¿La nostalgia emborrona la vista o aclara la mirada?
-Buena parte de la literatura surge de una pérdida que se quiere superar por escrito. Pessoa se proponía viajar para "perder países".
-¿Al final es mejor sucumbir a la tentación del regreso o evitarla?
-La Odisea narra la historia de un hombre que quiere volver a casa. La novela abre con el célebre poema de Cavafis sobre la superioridad del viaje sobre el punto de llegada, pero a mí me interesan más los enigmas del regreso, la oportunidad de constatar cómo ha sido tu vida sin tu presencia.