Julio Llamazares: "Nunca he sido un Bartleby. Ser de León me lo impide"
Julio Llamazares, por Gusi Bejer
Pregunta: ¿Cuál fue el trueno que le hizo despertar y volver a la novela? Respuesta: No hubo ningún trueno. Volví yo solo, sin hacer ruido. P: ¿Cuáles fueron su limbo y su purgatorio? R: Se entremezclan en mi recuerdo. Pero yo no hablaría de ellos en pasado. P: ¿Su infierno y su paraíso? R: Eso forma parte de mi intimidad. P: Sí, pero ¿cuál ha sido o es su infierno literario? R: El infierno literario es ese espacio que hay entre los sentimientos y las palabras. P: ¿Y su paraíso? R: La memoria. P: Tras diez años de silencio como novelista, ¿le costó dejar de ser un Bartleby? R: Nunca he sido un Bartelby. Ser de León me lo impide. P: ¿A qué más le obliga ser de León, como escritor? R: No obliga a nada. Si acaso a marchar de allí. P: ¿Se atreve a asegurar que la novela no es autobiográfica? R: Por supuesto que no. Toda novela lo es, pero no por lo que la gente cree. P: ¿Qué le ha prestado a Carlos, el protagonista? R: La voz. P: ¿Y a Suso, su amigo, el escritor frustrado que piensa que “cada mujer de la que te enamoras es una novela menos que escribes”? R: El silencio. P: ¿Qué hay detrás del Cielo de Madrid? R: Detrás del cielo de Madrid (como del de cualquier otro lugar) no hay nada. P: ¿Estamos ante su libro más descarnado y triste? R: Es difícil. A ese respecto, tengo el listón muy alto. P: ¿Realmente “la mejor novela es el fracaso”? R: Eso lo dice un personaje, no yo. Y no estoy muy de acuerdo con él. P: ¿Qué es el éxito? R: Conseguir que la distancia entre los sentimientos y las palabras sea lo menor posible. P: ¿Cuál ha sido su mayor fracaso, literario por supuesto? R: Ninguno, que ahora recuerde. Todo libro tiene sus compensaciones, incluso el que nunca escribes. P: ¿Que la vida iba en serio uno lo aprende siempre demasiado tarde? R: Puede ser. Pero lo intuyes desde muy joven. P: Tras las ilusiones de la transición, ¿el desencanto era inevitable? R: Sí, pero no tanto. P: ¿Se ha dicho muchas veces, como Suso, “Este tiempo no es el mío”? R: Más que este tiempo, este país. P: ¿Por qué este país? R: Porque cada vez tengo más la sensación de ser un extranjero en el que vivo. P: Por cierto, en la novela narra sucintamente el golpe de Estado de 23-F... ¿dónde estaba usted? R: En Madrid, en mi casa, pegado a la televisión. Acababa de llegar hacía un mes. P: ¿Ha conseguido darle la vuelta al tiempo? R: El tiempo no tiene vuelta atrás. P: ¿De verdad sólo se escribe de lo que no se tiene o de lo que se ha perdido? R: Creo que sí. Pero estoy dispuesto a reconocer lo contrario, si alguien me lo demuestra. P: ¿Se atreve a decir qué colegas le parecen más interesantes como personajes que como escritores? R: Los escritores, hasta los peores, solemos ser más interesantes como escritores que como personajes. P: Como el protagonista, ¿siente rechazo por todo lo que rodea a la literatura? R: En realidad, es en lo único en lo que me identifico plenamente con él. P: En su caso, ¿en qué momento se pierden los sueños y surgen las ambiciones? R: Nunca he tenido ambiciones. P: ¿Y qué fue de sus sueños? R: En lo fundamental, sigo teniendo los mismos. P: ¿Cómo se vence la tentación de falsificarse a uno mismo? R: Intentando ser fiel a tu recuerdo. P: ¿Y de que no te falsifiquen los demás? R: Eso ya no depende de uno. P: Mutatis mutandis, ¿a quién se parecen más los galeristas depredadores del protagonista de la novela, a agentes o a editores? R: Todos los que yo he conocido, salvo uno, han sido y son gente encantadora. Quizá es que he tenido suerte. P: Si el esnobismo es la enfermedad del arte, ¿cuál es la de la literatura? R: La vanidad. P: ¿Y es Julio Llamazares muy vanidoso (al menos como escritor)? R: Sinceramente, no. P: ¿Los culpables de los males de los escritores son siempre los otros... (agentes, prensa, público)? R: No. Los primeros culpables son los escritores. P: ¿Tiene alguna receta para que los periodistas no le hagamos zumo? R: No dejarse. Al que le exprimen los periodistas es porque él quiere. P: ¿Y para la crítica? R: La crítica es inofensiva. P: Eso se lo dirá a todos, pero sinceramente ¿está preparado para lo que se le viene encima? R: Tampoco creo que vaya a ser para tanto. P: Una curiosidad: ¿sus amigos le siguen llamando Parkinson, por sus temblores? R: Mis amigos no me llaman de otro modo.