Image: Esther en alguna parte

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Novela

Esther en alguna parte

Eliseo Alberto

12 mayo, 2005 02:00

Eliseo Alberto

Finalista del premio Primavera. Espasa. Madrid, 2005. 198 págs, 19’90 e.

Con Esther en alguna parte, el cubano Eliseo Alberto (1951) quedó finalista del premio Primavera de Novela 2005. Ya en 1988 había logrado ex aequo el I premio Alfaguara, con Caracol Beach.Ha cultivado la poesía, la novela, el ensayo, el guión televisivo y cinematográfico.

Suyo es el de Guantanamera, el filme de Tomás Gutiérrez Alea. Ha ejercido, además, tareas docentes sobre técnica cinematográfica en Cuba, México y en el Sundance Institute. Aunque la novela se abre con una cita del poeta Eliseo Diego, mencionado en el curso de la novela, así como Lezama Lima, el modelo es Virgilio Piñera. El autor no tendrá reparos, incluso, en aprovechar algunos párrafos de sus obras e inscribirlos en la novela. Aunque Esther en alguna parte poco tiene que ver con el "realismo mágico", de él derivan algunos de sus rasgos. Posiblemente lo que apreciará más el lector serán ciertos climax narrativos, donde gana la emotividad; elementos y reflexiones autobiográficos; una imaginación sujeta al "realismo sucio"; personajes bien trazados y el empleo de un estilo brillante y pleno de recursos poéticos hasta pecar de cierto amaneramiento.

Desde sus primeras líneas la novela se sitúa en un tono lírico: "Lino Catalá quería tanto a Maruja Sánchez que le gustaba hasta verla envejecer". He aquí alguno de los rasgos que proceden del mejor García Márquez. Se trata de varios relatos de amores de diverso signo. Maruja, muerta de infarto a las pocas páginas, constituirá un referente por su concepción de la felicidad como "mito". La relación entre los ya ancianos Lino Catalá, el marido de Maruja, y Arístides Antúnez, un actor fracasado que ha utilizado diversas personalidades en sus conquistas, puede equivaler a una especie de relación amorosa, la "amistad a primera vista". Tan identificados están que será el amigo, que ha descubierto el domicilio de Esther, un amor infantil, quien le suplantará tras su muerte.

La novela, deliberadamente os-curecida, se estructura en tres partes. El "Intermedio" ("Del Cuaderno de tapas rojas", 1947) de Arístides Antúnez, reescrito quince años después, anota en forma de diario idílico el escaso mes que transcurre entre el descubrimiento y el amor hacia Esther. Pero esta idealizada figura femenina, que reaparecerá fugazmente al final, se convierte en el eterno femenino perseguido por quien se autodesignó como Larry Po, Lucas Vasallo, Benito O’Donel, Pierre Mérimée, Abul Imbel, Eduardo Sampedro, Plácido Gutiérrez o Elizabeth Bruhl, según le convino. La amistad entre los dos ancianos, sus decadencias físicas, constituyen el eje de una novela colorista, casi costumbrista, que refleja una Cuba entrañable. Ello no impide un sentimiento de odio: "...Y yo odiaba esta isla infectada de dogmas y discursos huecos, esta mesa redonda donde los petulantes se apropian de mi palabra y creen tener la verdad cogida por los huevos". Esa lírica Cuba, amada y odiada, equivale a Esther.

Los héroes tampoco disimulan su antiheroísmo. Los frecuentes saltos atrás confrontan tiempos diferenciados. La búsqueda del pasado teje un tapiz sentimental, con materiales de un presente de miseria y achaques no exento de rasgos de humor. Advertiremos el uso de fórmulas cinematográficas: así, el final de la novela nos recuerda un filme de Chaplin. El escenario principal es La Habana, una vez más mitificada por la distancia. Nos hallamos ante una pieza del mundo evocado, barroco, complejo, de un escritor que posee el don del lenguaje.