Los hijos de la luz
César Vidal
24 noviembre, 2005 01:00César Vidal. Foto: Mercedes Rodríguez
Los hijos de la luz mezcla dos modalidades narrativas: es, como algunas obras anteriores del autor, una novela histórica -los hechos narrados se desarrollan entre 1775 y 1798- y es, a la vez, un relato de misterio, con crímenes y policías -el bávaro Koch y su ayudante Steiner-, con sospechosos y conspiradores.
La novela alterna hechos de 1793, en medio del París revolucionario, con otros anteriores, de 1775, situados en Baviera en torno al descubrimiento del cadáver y las investigaciones inmediatas. Acaso la alternancia de estos dos planos resulta un tanto mecánica, y tal vez hubiera sido preferible plantear todos los hechos del pasado como una analepsis a partir de las escenas iniciales en París, a fin de evitar este vaivén forzado cuya utilidad no se advierte. Y también es discutible el tratamiento idiomático de prosa narrativa, demasiado proclive a la expresión trillada ("un silencio sepulcral", pág. 16; "comportamiento diametralmente opuesto", pág. 17;"arrugas que le surcaban el rostro", pág.18; "el sudor le perlaba la frente", pág. 177) y a formulaciones más propias de la prosa ensayística y doctrinal, como se nota ya en las primeras líneas de la novela o en pasajes como éste, que añade confusión y homofonías rechazables: "El reo iba acompañado de tres sacerdotes, era evidente, pero su comportamiento no podía resultar más diferente" (pág. 16). Hay usos tópicos o imprecisos: "un breve instante" (pág. 20; ¿no lo son todos?), "palabras [...] emitidas a una bastante distancia" (pág. 135) y construcciones descuidadas, todo lo cual redunda en perjuicio de una historia bien planteada y que merecía un desarrollo novelesco más vigoroso.
Sorprendentemente, el volumen se cierra con un apéndice que nada tiene que ver con la obra premiada; es un breve cuento de Zoé Valdés (págs. 335-344) titulado "La bella Lola", cuya intromisión parece deberse únicamente al hecho de que la acción se sitúa en Torrevieja. Una pintoresca e insólita propina que arroja sobre el premio, sobre el organismo patrocinador y sobre la editorial la mancha indeleble del descrédito.