Novela

Estado de miedo

Michael Crichton

15 diciembre, 2005 01:00

Michael Crichton. Foto: Archivo

Trad. Carlos Milla. Plaza & Janés. 685 págs, 22 e.

En los medios de comunicación y en todos los foros científicos se habla del efecto invernadero y del calentamien-
to global del Planeta. Todos estos mensajes, cada vez más catastrofistas, crean un estado general que nos angustia en relación al medio ambiente.

Crichton, autor de éxitos mundialmente reconocidos, tanto en el cine como en la narrativa, y creador del llamado "thriller tecnológico", ha investigado durante varios años la información disponible sobre estos fenómenos que afectan a la Tierra.

Una vez más, con una construcción de la intriga in crecendo, Crichton nos atrapa en su relato de las acciones de un grupo de eco-tecnoterroristas, que manipulan datos y pretenden provocar catástrofes para que los resultados se adecúen a sus objetivos. Las donaciones para organizaciones ecologistas sirven para proyectar desastres que aparenten ser naturales. El millonario benefactor de organizaciones ecologistas, George Morton, parece haber descubierto estos montajes, pero al sufrir un extraño accidente de tráfico, su abogado Peter Evans y la joven ayudante del multimillonario, Sarah, comenzarán una búsqueda trepidante por dilucidar la verdad.

Nada que objetar a la fórmula de suspense de nuestro autor, en un estilo periodístico muy claro y documentado, con personajes verosímiles y bien dibujados, que suponemos pronto podrán verse en una película. Sus conclusiones son muy polémicas, porque sostiene que los procedimientos gubernamentales para diseñar las políticas de protección del medio ambiente no separan la información contrastada, científica, de lo que son meras opiniones, porque son meras especulaciones o creencias no probadas las que muchas veces dirigen las políticas medioambientales.

Aboga Crichton por una mayor independencia de la investigación, que pasa por buscar nuevas fórmulas para la financiación de los estudios científicos, pues los investigadores hoy están en situación pareja a los pintores y sus mecenas del Renacimiento. Trabajan por "encargo", si resuelven un problema, se acaba la financiación. En palabras del autor: "Cuando la búsqueda de la verdad se confunde con la defensa política, la búsqueda del conocimiento se reduce a la búsqueda de poder".