Novela

Onetti: Obras completas I. Novelas, I (1939-54)

9 marzo, 2006 01:00

Edición de H. Campanella. Galaxia Gutenberg, 2006. 55 euros

El escritor uruguayo Juan Carlos Onetti falleció en Madrid el día 30 de mayo de 1994, ciudad en la que se había afincado en 1975. No cabe duda de que su obra es valorada por la crítica como una de las más representativas de la modernidad del pasado siglo.

Sin embargo, tras su muerte, se ha producido un paradójico silencio en los medios e incluso en las reediciones de sus obras. En torno a su figura fue cuajando un mito. Su obra parece marcada por un destino injusto. Una compleja vida sentimental, dificultades económicas, la necesidad vocacional y vital de dedicarse al periodismo militante, el mundo porteño abandonado y añorado; todo ello, y mucho más, no podrían justificar el relativo silencio que se ha abatido sobre su obra.

El primer volumen de sus Obras Completas, que vienen a corregir esta situación con creces, contiene las novelas publicadas hasta 1954: El pozo (1939),Tierra de nadie (1941), Para esta noche (1943), La vida breve (1950), Los adioses (1954) y como anexo, Tiempo de abrazar, de la que se han conservado tan sólo trece capítulos. Escrita en 1934, el manuscrito se perdió en 1941, como había sucedido con la primera versión de El pozo, en 1931, por lo que se sintió obligado a reescribirla. En el anunciado volumen II se publicarán las ocho novelas que constituyen el "corpus" más valioso de su obra y en el III los cuentos, artículos y miscelánea, sin el epistolario. Con ello, el lector podrá disponer del conjunto más completo de la obra de Onetti, puesto que unas Obras Completas, editadas por Aguilar (México) en 1970, tampoco lo eran. Ni que decir tiene que los onettianos esperaremos con interés el volumen tercero, porque muchos de los artículos periodísticos nunca han estado al alcance del lector español. No así algunos de sus relatos, que prologué, ya en 1976, en la edición de Lumen (Tan triste como ella y otros cuentos). Tal vez algunos textos publicados en periódicos y revistas nos ofrezcan otras claves. En el volumen que comentamos conviene agradecer el sentido e inteligente texto de su viuda, Dolly Onetti, quien nos ofrece su vertiente humana. El prólogo de la entusiasta Hortensia Campanella ofrece una nada fácil visión de conjunto de su obra. Juan Villoro nos brinda, de forma brillante, las claves de las novelas de esta etapa.

Campanella entiende que La vida breve constituye la "obra fundacional de la novela latinoamericana -bien podríamos decir de la novela actual escrita en español-" no sin cierta exageración. Se ha dicho siempre que El pozo muestra ciertas coincidencias con La náusea, de Sartre. Ambos libros se publican el mismo año y los protagonistas manifiestan parecidos síntomas. Leída hoy, esta novela breve nos adentra en su pensamiento fundamental, y en algunos aspectos, además, se anticipa a la metaliteratura, mientras que en Tiempo de abrazar advertimos un anticipo del objetivismo. Pero el hallazgo de Onetti reside en el perspectivismo de su arte narrativo y en una literatura hispanoamericana esencialista y rural, además de descubrir la ciudad como el escenario ideal. Manifestará siempre ambigöedades descriptivas y apoyará su prosa con una incisiva adjetivación.

Trabaja con escasos personajes, aunque simbólicos y complejos. Las acciones se desarrollan en lugares cerrados y la ciudad misma, Santa María, en su decadencia, se irá configurando como mito sin las precisiones de su admirado Faulkner. Onetti será un maestro en combinar espacios, tiempos, desórdenes varios. Su visión degradada del amor y de la mujer le definirían como misógeno, si no fuera porque integra cualquier relación humana, del mismo modo que los cuerpos y hasta los objetos avanzan hacia la vejez. Su mundo es montevideano y su decadencia se corresponde con la de Uruguay. Pero sus personajes carecen de nacionalidad, pretenden ser seres humanos desprovistos de otras connotaciones. Su literatura escapa del nacionalismo. Hammett, Celine, Greene, Borges y el círculo de la revista "Sur", la novela policíaca, Eduardo Mallea, así como los existencialistas franceses y la novela italiana de postguerra dejan sus huellas en Onetti. Pero no sólo su mundo es original, así como su estilo, también su entonación narrativa, atravesada por una característica interiorización. Aseguraba que apenas corregía sus textos y que escribía a rachas, febrilmente en ocasiones. En sus insomnios se levantaba para precisar un adjetivo que se le antojaba impropio. Las tres mil páginas que constituirán sus obras son el ejemplo de una dedicación que tendía a disimular. Pero ahí estarán para deleitar a quienes entiendan la creación como una exigencia estética y moral.