Image: Rompecabezas

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Novela

Rompecabezas

José María Pérez Zúñiga

16 marzo, 2006 01:00

José María Pérez Zúñiga. Foto: V. Vera

Seix Barral. Barcelona, 2006. 224 páginas, 17 euros

ésta es la segunda novela que publica Pérez Zúñiga (Madrid, 1973). En ella el joven Julio Brito consume sus días sin saber qué hacer en su ciudad de Granada.

Su madre murió hace cinco años, el padre liquidó entonces su negocio inmobiliario y se dedica a viajar. El hijo sale de su hastío gracias a un misterioso trato que le ofrece una abogada consistente en encontrar al padre por encargo de unos clientes. Con este propósito ambos viajan a Praga. Y así el desarrollo de la historia, va recreando episodios del pasado y atando menos cabos de los requeridos en un final donde no faltan los crímenes.

Esta historia con materiales propios de novela negra recibe un desarrollo formal más artificioso de lo que conviene a la naturaleza de lo aquí narrado. El clásico tema de la búsqueda del padre mantiene su planteamiento desde la doble motivación por encargo de clientes que antes fueron sus socios y con el hijo como protagonista de dicha búsqueda. Su viaje no es sólo exterior, sino también interior, pues el hijo que busca al padre acaba en confuso encuentro consigo mismo, enfrentado al problema del doble suscitado por la duda sobre su identidad. En este sentido, el homenaje tributado a Justo Navarro (págs. 29-30), escritor también granadino, y la referencia a algunos de sus temas predilectos, como el de la búsqueda del padre y el del doble, resultan acertados tanto en lo que se refiere a la narrativa del homenajeado como en las intenciones por las que se quiere regir la narración de esta historia. Porque, en efecto, la búsqueda del padre va propiciando la indagación en los sentimientos del protagonista. Para ello se alternan en el discurso dos secciones diferenciadas con las letras A y B, una con la narración del recorrido de Julio y Alicia por Granada, primero, y por Praga, después, y otra con los recuerdos concitados por la rememoración del pasado familiar del protagonista.

La relación entre ambos planos está sostenida por la presencia de los mismos personajes (hijo, padre y madre) y por la recurrencia de otros personajes y motivos intuidos entonces por el niño y reinterpretados ahora por el adulto que los recuerda y actualiza con mayores conocimientos. El discurso fragmentado en estas breves secciones alternantes favorece la interferencia entre realidad y ficción, alimentada por un pasado misterioso que nunca se desvela del todo e intensificada por los fantasmas interiores del protagonista en sus visiones y delirios naturalizados por medio de sueños, pesadillas y alguna borrachera. Dicha fragmentación textual obedece a la necesidad de recomponer el puzzle de una vida desorientada como la imagen de un espejo roto en pedazos, aunque al final el "rompecabezas" no alcance la reconstrucción suficiente, pues el desenlace queda abierto a demasiados interrogantes. En cambio sí constituye un acierto el aprovechamiento de las connotaciones mágicas de una ciudad tan literaria como Praga (también de Granada, con pertinentes simetrías distribuidas al comienzo y al final de la novela), por donde al principio los descubrimientos de Julio y Alicia no van más allá del apresurado viaje turístico, pero que después muestra la herencia de su tradición cultural y el encanto de sus espacios reales bien reconocibles donde las más extrañas figuraciones del protagonista pueden adquirir la necesaria verosimilitud.