El rey de la sandía
Daniel Wallace
23 marzo, 2006 01:00Daniel Wallace. Foto: Archivo
Como escribe Daniel Wallace , "lo que nos mantiene con vida son las historias que nos contamos sobre nosotros mismos. Sin ellas, ¿qué es lo que tenemos?" (pág. 151), así que son ante todo historias de gente lo que se narra en El rey de la sandía.
La historia, dividida en cuatro partes estilística y temporalmente diferenciadas, narra las peripecias de Thomas Rider en su intento de "encontrarse a sí mismo" (pág. 13). El relato que le contara su abuelo informándole sobre la ausencia de su madre no pasaba de ser una fantasía que no lograba convencerle. Finalmente conoce la verdad, o mejor dicho, la punta de la madeja que deberá desenrollar para conocer la verdad, las verdades, sobre su origen y su madre. Como en la novia de Yellow Sky, los atractivos físicos y personales de aquella recién llegada a Ahsland cautivaron a los varones del pueblo. Su gran orgullo era la celebración del día de la sandía, cuando para complacer a la naturaleza un joven varón debía perder su virginidad. Aquel primer año que Lucy pasó en el pueblo el elegido fue Iggy, el tonto del pueblo, lo que disgustó a la bella y deseada mujer.
No podía ser Iggy, pues aunque hubiera dicho lo contrario no era virgen, pues la había dejado embarazada. Finalmente nace Thomas, un niño sano sin síntomas de malformaciones, lo que aviva la llama del supuesto engaño. Lucy muere tras el parto, pero no será esta la única tragedia que acontece en el pueblo.
La primera parte es la más interesante del volumen; Thomas llega al pueblo y se entrevista con distintos personajes que conocieron íntimamente a su madre. Para unos su madre "era una Zorra. Eso mismo, zeta mayúscula…" (pág. 61); para otros, en cambio, "Lucy Rider fue una razón para vivir o, al menos, una razón para no matarme." (pág. 56). Cada una de las historias nos ofrece una perspectiva distinta del mismo acontecimiento mostrándonos lo compleja que puede llegar a ser la realidad.