Claudia Casanova lleva muchos años vinculada, como editora, al mundo editorial. Siempre había querido escribir; sin embargo, alguien que conoce bien los entresijos de este mundo no puede ser un autor inocente. Me pregunto si Casanova hubiera escrito esta novela si su currículo fuera otro. ¿Habría elegido la Edad Media, de gran interés para muchos lectores? ¿Sería su protagonista una mujer en lucha contra el mundo si no supiera que las lectoras son fundamentalmente mujeres? Lo dudo mucho.

La novela habla, pues, de la aventura de Aalis, una joven que, tras conocer la muerte de su prometido, es obligada a casarse con un hombre poderoso y viejo. Por supuesto, Aalis cuenta con la simpatía del lector (¿lectora?) cuando decide rebelarse contra un mundo de hombres. Lo mismo que hace Leola, la protagonista de Historia del rey transparente, de Rosa Montero, muy afín a ésta en ambientación e intenciones. Crea Casanova una protagonista respondona que difícilmente hubiera sobrevivido en la clasista Edad Media. A menudo el problema de una novela no es la verosimilitud; los problemas de ésta son, desde luego, muy otros. La falta de ritmo, por ejemplo: la trama se dilata sin necesidad y pierde fuelle. También se echa en falta algo más de ambición estilística. Una menor presencia del tópico también hubiera sido deseable aunque, ya se sabe: lo conocido, vende.