Mariposas en la nieve
Lola Beccaria
11 mayo, 2006 02:00Lola Beccaria. Foto: Olga Labrador
Ésta es la cuarta novela que publica Lola Beccaria (Ferrol, 1963), tras Una mujer desnuda (2004), La luna en Jorge, finalista del Nadal de 2001 y La debutante (1996). Con Mariposas en la nieve se adentra en el relato de misterio con abundantes elementos de la novela lírica.
La narradora y protagonista, pianista de profesión, regresa de una de sus actuaciones y se pierde por carreteras solitarias que la conducen hasta el misterioso pueblo de Raspajo de la Sierra, donde los niños, tristes y harapientos, viven cosidos a las personas adultas, en perverso equilibrio e incomunicación, excepto una niña revoltosa que se mueve con la espontaneidad y frescura que contrastan con los convencionalismos por los que se rige la vida de los mayores. Cuando ambas huyen de las amenazas presentidas, la narradora y protagonista regresa a su existencia de antes y recuerda con su hermana ciertos episodios de la infancia que habían quedado sin aclarar. Hay, por tanto, dos partes en la composición temática de la novela. La primera, más larga, está formada por capítulos muy breves, cuya fragmentación favorece la elipsis y potencia la suspensión y la intensidad. En este primer bloque temático predomina esa inquietante atmósfera irreal del pueblo perdido en la sierra. Y en el misterio de aquella extraña gente, entre la que se imponen la hostilidad de los mayores y la sumisa anulación de los niños, en contraste con la lógica y el desparpajo de la niña que acompaña a la narradora, ésta presiente la íntima necesidad de volver a la ingenua libertad de la infancia para ser realmente ella misma. Por eso en la segunda parte, formada sólo por un último capítulo, más largo que los anteriores, la realidad de su vida cotidiana, alterada por las apariciones de su hermana, ya no es la misma, como se manifiesta en su actuación final interpretando en público una composición musical de su propia creación.
El recorrido exterior por el misterioso pueblo serrano constituye un viaje interior por los afanes y deseos de la protagonista. Como suele suceder en tales narraciones de índole onírica, irracional, el extravío y los miedos consiguientes quedan realzados por medio de elementos dotados de inquietante simbolismo, como aquí son, además de la nieve y las mariposas del título (éstas proceden del recuerdo de un significativo episodio en la formación escolar de la protagonista), los niños y su extraño cementerio y, sobre todo, aquella niña del columpio, que "representaba todo lo que yo había poseído y de lo que había sido despojada" (pág. 120).
Deshacer el camino andado es imposible. Pero la imaginación puede intentarlo en este relato del aprendizaje al revés con la tensión e intensidad propias de la novela lírica y con la naturalidad de su narración de misterio y fantasías cuya verosimilitud se sustenta en la realidad del viaje nocturno por carreteras solitarias, miedos, insomnios, fiebre y memoria en soledad. Por todo ello esta novela merece ser leída por todos los que quieran adentrarse en aspectos de la vida que no siempre comprendemos.