El síndrome Chéjov
Miguel Ángel Muñoz
18 mayo, 2006 02:00Los cuentos, una vez se entra en harina, se nutren a partes iguales de la emoción y la admiración que su autor siente hacia algunos progenitores literarios: Chéjov, a quien se dedica el relato más extenso y uno de los mejor ambientados del conjunto, parecía inevitable pero por ahí andan también Woody Allen, Carver o Homer Simpson. Las admiraciones de Muñoz son heterogéneas y se amasan con el segundo ingrediente que predomina, la emoción. Apela su autor a la sensibilidad de su receptor cuando escribe relatos en que los personajes ven pasar la vida frente a sus ojos coincidiendo con su último viaje. O cuando nos presenta el desengaño del perdedor que, en el primer cuento, se ve obligado a alejarse de su mujer por imperativo de los vigilantes de seguridad de unos almacenes. Ambas peripecias corresponden a dos de los mejores relatos de la colección: "Ambulancias" y "Soy dueño de la lluvia". Su lectura merece el esfuerzo de acercarse a un desconocido.