Novela

El viento de la Luna

Antonio Muñoz Molina

14 septiembre, 2006 02:00

Antonio Muñoz Molina. Foto: Miguel Rajmil

Seix Barral. Barcelona, 2006. 320 páginas, 20 euros

Hay en la obra literaria de Antonio Muñoz Molina dos facetas bien diferenciadas: lo que podríamos entender como pura narrativa de ficción (El invierno en Lisboa, Beltenebros, Plenilunio...) y un conjunto de relatos con un marcado carácter memorialístico, basados en recuerdos familiares, en evocaciones anoveladas de la vida pasada durante la infancia o la adolescencia en la imaginaria ciudad de Mágina (Beatus ille, El jinete polaco) o en otros períodos de la existencia (Ardor guerrero), creaciones todas ellas, claro está, impregnadas de elementos autobiográficos potenciados hasta extremos de difícil delimitación. A este territorio mixto de ficción y realidad -en el que, a mi entender, se sitúan los logros más sólidos del escritor- pertenece El viento de la Luna. Volvemos a Mágina, con un narrador en los albores de la adolescencia fascinado, además, con todos los detalles del primer viaje tripulado a la luna -el de la nave Apolo XI-, que se efectúa durante los días en que se fija la evocación. El recuerdo acota un espacio de tiempo brevísimo, que ni siquiera da lugar a desarrollos temporales, sino más bien a estampas estáticas, a impresiones acerca de motivos diversos que se agrupan alrededor del núcleo temporal seleccionado: recuerdos de las lecturas y películas de aquellos años, escenas del colegio de religiosos, evocaciones desvaídas de la guerra, atención minuciosa a ciertas faenas agrícolas, como la recogida de la aceituna, o la narración reiterada de las primeras turbulencias del sexo constituyen algunos de los motivos que, sin otro denominador común que su relación con el narrador, ayudan a reconstruir el marco en que se forjan las primeras sensaciones adultas. No es difícil señalar algunos deslices. Así, el narrador relata cómo su padre lo lleva a un cine de verano, a ver Los hermanos Marx en el Oeste, que él recordaba con agrado porque "yo la vi de chico, durante la guerra" (p. 196); pero es imposible que durante la guerra civil pudiera verse en España una película rodada en Hollywood en 1940.

Hay páginas de notable vigor sensorial, como la descripción del lavado de las hortalizas y las verduras (pp. 180 y ss.) o de otras tareas agrícolas (pp. 186-188) que recuerdan las técnicas compositivas de Gabriel Miró por el predominio de la luz y el color y su presentación como estampas no incluidas en una acción determinada. Y existen retratos de personajes bien esbozados, en los que la sugerencia y el sobreentendido actúan con eficacia, como sucede con el tío Pedro, la tía Lola o Baltasar. Otros, en cambio, se me antojan más tópicos: sobre todo los profesores del colegio, ante los cuales se tiene la impresión de lo déjà vu, acaso porque después de las cimas alcanzadas en la novela A.M.D.G., de Pérez de Ayala, todos los retratos acerbos de preceptores religiosos que hallamos en la literatura narrativa parecen un tanto pálidos. Y tal vez se ha perdido la ocasión de hacer del viaje espacial algo más que un mecanismo vertebrador de la novela, relacionando con mayor sutileza el viaje hacia mundos nuevos y solitarios con la afición creciente del personaje a refugiarse en la lectura como ámbito privado y excluyente, adecuado para fabricarse un orbe propio. Había aquí probablemente un núcleo temático, una posibilidad que hubiera dotado de mayor densidad narrativa El viento de la Luna y que no ha sido aprovechada.

Y poco cabe objetar a la prosa de Muñoz Molina, que es, como siempre, notable, aun con algunas discutibles construcciones ("a una cierta hora", pág. 51; "desde una cierta altura", pág. 88; "dentro de unas ciertas longitudes de onda", pág. 159), alguna concordancia mejorable ("ninguno de los astronautas que ha pisado la Luna o la ha visto", pág. 260) y poco más y de menor cuantía. El viento de la Luna es una obra digna, aunque no añada novedades ni méritos especiales a la obra anterior de Antonio Muñoz Molina ni alcance la intensidad de los primeros libros de Mágina.