Novela

Desmoronamiento

Horacio Castellanos Moya

21 diciembre, 2006 01:00

Horacio Castellanos Moya. Foto: Moisés Castillo

Tusquets. Barcelona, 2006. 210 páginas, 15 euros

El hondureño Horacio Castellanos Moya es un escritor experto, que ha cultivado géneros distintos, como el relato breve, el periodismo y la novela. Ha vivido en distintos países y ha conocido de cerca diversas crisis políticas en Honduras, El Salvador, Guatemala y otras naciones vecinas. Posee una buena dosis de experiencias vitales, tiene instinto para narrar sucesos, maneja con habilidad las elipsis y utiliza un lenguaje dúctil, rico de matices y capaz de afrontar con solvencia cualquier modalidad discursiva. Con estas características, no resulta extraño que Desmoronamiento sea, como otros títulos anteriores del autor, una excelente novela. La historia del abogado y político hondureño Erasmo Mira Bossa, con la lenta disgregación del núcleo familiar, el alejamiento de los hijos, las zozobras provocadas por los vaivenes políticos y el fracaso de proyectos e ilusiones se encierran en un relato dividido en tres partes claramente diferenciadas, que por varios motivos hacen pensar en la tradicional división dramática entre planteamiento, nudo y desenlace. La primera, enteramente dialogada, muestra las insalvables desavenencias entre Erasmo y su mujer, Lena, y podría ser una magnífica pieza teatral, con réplicas brillantes que mantienen sin desfallecimientos la tensión del conflicto entre ambos personajes. Incluso los pocos enunciados no dialogados, escritos en presente, desempeñan la misma función que las acotaciones escénicas en el texto teatral impreso: "Lena se pone en pie de un brinco y comienza a pasearse"; "Erasmo se deja caer en un sillón"; "Lena salta del sofá y se acerca, decidida, a la puerta del cuarto de baño". El conflicto -la decisión de Teti, la hija del matrimonio, de casarse con un salvadoreño de tendencia izquierdista, pese a la oposición violenta de la madre- se plantea ya en estas primeras escenas con extremada eficacia.

La segunda parte es un relato epistolar, situado seis años más tarde, entre 1969 y 1972, y formado por cartas entre Erasmo y su hija, que reside, ya casada, en El Salvador, a menudo con agobios económicos y constantes peticiones de ayuda al padre, a espaldas de Lena, todavía enfurecida con su hija. La situación política entre El Salvador y Honduras se agrava hasta desembocar en el conflicto bélico de 1969, que interrumpirá temporalmente las relaciones entre ambos países y dificultará la comunicación entre padre e hija. En estas adversas circunstancias, el asesinato del marido de Teti, nunca aclarado, da lugar a un cruce de cartas con diversas hipótesis acerca del suceso y deja a la joven viuda enfrentada con sus dos hijos a su nueva vida. En cuanto a la tercera parte, un tanto inferior a las otras -acaso por su menor tensión y por acudir a una forma tradicional de relato, transcurre en Tegucigalpa entre diciembre de 1991 y febrero de 1992, y está narrada en tiempo pasado por Mateo, un sirviente de Lena, que, viuda ya, reside en una finca en los alrededores de la capital. Teti continúa viviendo en El Salvador, y el otro hijo, Eri, está en México. La muerte de Lena precipita la disolución de la familia, y la venta de sus bienes, así como la quema de los papeles privados de la difunta, a petición suya, cierran definitivamente la historia de un "desmoronamiento" -téngase presente el título de la obra- cuyo tema último es la inexorable erosión del tiempo y la caducidad de todo. El autor ha tenido la sagacidad de dejar en el aire muchos interrogantes: la personalidad real de Clemen y la causa de su asesinato, las vidas zigzagueantes de Eri y Alfredito, el comportamiento extrafamiliar de Erasmo... Pero no se trataba de contar unos hechos cabales y construidos sin fisuras, sino de ofrecer momentos distintos de unas vidas, incrustadas en una serie de acontecimientos sociales, históricos e indisociables, además, de ellos, y de hacerlo, por otra parte, renunciando a la omnisciencia narrativa mediante la utilización de perspectivas diferentes, ninguna completa ni irrecusable, como demuestra la sucesión de voces narrativas diversas, cuyas diferencias idiomáticas y de estilo acreditan, además, la presencia de un escritor cuidadoso y con un oído excepcional para las manifestaciones idiomáticas. Desmoronamiento es una novela digna de atención. No defraudará a sus lectores.