Novela

Muerte de un murciano en La Habana

Teresa Dovalpage

11 enero, 2007 01:00

Finalista del premio Herralde. Anagrama, 2006. 176 páginas, 15 euros

Alguien escribió que así como en literatura Rulfo logró que México fuera el país en el que anida la tristeza, Carpentier o García Márquez lograron que en el Caribe de sus novelas anidaran lo real maravilloso y el realismo mágico... Bien, pues de la misma manera una cada vez más sustancial presencia de voces jóvenes de la literatura cubana, entregada a escribir de La Habana desde el exilio, corrobora con irónica fórmula la singular aleación que resulta de las buenas migas entre lo grotesco y lo absurdo. Teresa Dovelpage, con un destacable saldo narrativo (Posesas de La Habana, 2004, es su último título), es una de ellas y, como otras, logra que en sus obras, -escritas desde Estados Unidos, donde reside- se respire "cubanía". Y lo hace con una desenvoltura contundente y una frescura expresiva contagiosa, animando las vivencias colectivas con detalles trágicamente banales que esperpentizan situaciones, minimizando las desdichas de esa Habana ambientada con calores, ruinas y ruidos.

Con este nuevo título, Muerte de un murciano en La Habana, reafirma Dovelpage una indiscutible personalidad. Pero vayamos al grano "para no hacer el cuento muy largo". La idea es rodear de sarcasmo una representación coral de la realidad habanera, de su "eterno verano" y de ese carnaval que sólo existe para el turista ocasional; y se ofrece estructurada en cuatro actos, organizados, a su vez, en cuadros donde diferentes voces se ceden la palabra, como prestando declaración. El barrio de referencia es Cabo Hueso. Ahí "la gente habla por hablar y embarra hasta a María Santísima", lo que da pie a un colorista retrato de situaciones y personajes pintorescos y al testimonio retrospectivo del suceso. Pero sobre ellas destacan dos voces protagonistas: Teófilo" -con el sobrenombre de Mercedes, santera y loca reconocida- y una joven, Maricari, que reside en ese barrio de "prometeos caribeños" donde se prodigan los embates de la mala fortuna. A pesar de eso ella siempre se ha resistido a ser jinetera, y a pesar, también, de los deseos de su madre, la "mandonísima"; pero una fatalidad le lleva a tropezar con "Pío Ponde de León, natural de Murcia, de unos 60 años bien vividos", responsable de la contabilidad de Aguila y Compañía , "49 inviernos" mayor que ella; y el resto fueron promesas de salir de allí y, en fin…¡vivir de otro modo! Las dudas le llevaron a esa "consultante" oculta detrás de Teófilo y a partir de ahí "una deidad se metió por el medio, a él empezó a gustarle la chamaca… y se estropeó todo".

Léanla: rebosa ingenio y sorpresas constructivas esta comedia más que convincente de una realidad sórdida y, al cabo, no por más grotesca menos trágica. Una espléndida oportunidad para incorporarse al estilo de esta escritora.