Novela

El abanico de seda

Lisa See.

12 abril, 2007 02:00

Traducción de Gemma Rovira Ortega. Salamandra. Barcelona, 2006. 320 páginas. 17’50 euros

De ascendencia china, la escritora norteamericana Lisa See (París, 1955) siempre se inspira en sus orígenes para la redacción de sus novelas. La investigación que realizó para El abanico de seda tiene un valor trascendental. La escritora se desplazó durante unos meses hasta Huan, la provincia de China que mil años atrás había visto nacer el nu shu, lenguaje secreto utilizado exclusivamente por mujeres y que les permitía comunicarse, sin ser entendidas por los hombres. Allí, Lisa See conversó con la última hablante de esta lengua singular cuyos mensajes se escribían en discretos abanicos que las sirvientas llevaban de una casa a otra, donde las mujeres permanecían recluidas a merced de sus maridos.

La novela cuenta con impresionante veracidad los ritos ancestrales y las costumbres chinas que seguían vigentes en el siglo XIX, en el que se sitúa la historia. Flor de Nieve y Lirio Blanco son dos niñas predestinadas por haber nacido el mismo día, a la misma hora, y cuyos ocho caracteres corresponden en perfecta armonía. Esa casualidad les da derecho a proclamarse Laotong, tras una ceremonia más importante que la del matrimonio, y así convertirse en "almas gemelas" para el resto de sus vidas. Se conocen con siete años, Flor de Nieve es descendiente de una familia noble, mientras que Lirio Blanco ha vivido hasta el momento en la pobreza, pero la perfección de sus diminutos pies vendados y su belleza, la permitirán ascender en la escala social. Narradora de la novela, Lirio Blanco, ahora nonagenaria, rinde homenaje a su alma gemela cuya amistad peligró por un error de interpretación de un mensaje en nu shu.

A través de su mirada objetiva, Lisa See se adentra en la existencia de aquellas mujeres que vivían inmovilizadas por sus diminutos pies, aisladas en sus casas, obligadas a engendrar hijos varones, sirviendo a la familia política y a merced de los hombres. Una novela de gran belleza, El abanico de seda es un canto al amor, a la amistad de dos mujeres que por su sensibilidad, su inteligencia y su voluntad, consiguieron mantenerse unidas: "jacintos y papayas, largas enredaderas y profundas raíces, duran mil años. Para mí esas palabras resumían cómo deseaba que fuera nuestra relación: profunda, entrelazada, eterna" (pág. 61).