Image: Contraseñas íntimas

Image: Contraseñas íntimas

Novela

Contraseñas íntimas

Fernando Olmeda

12 abril, 2007 02:00

Fernando Olmeda. Foto: Carlos Espeso

Premio de Novela Ateneo-Ciudad de Valladolid. Algaida. Sevilla, 2006. 342 pp. 19 e.

Un premio más. Y un periodista más que se adentra en la novela, con el riesgo de creer que no es muy diferente de la crónica. La historia de Tobías Polo, los años de su formación y sus primeros trabajos en una cadena radiofónica podrían haber sido algo más que la narración de experiencias autobiográficas del escritor, pero se asemejan demasiado a su trayectoria personal, y el asunto adquiere mayor relieve porque el autor se empeña en trasladar tan fielmente la historia vivida a la obra de ficción que no duda en llenar las páginas de personas reales a las que el personaje va conociendo, desde la cantante Alaska hasta políticos como Jesús Caldera o periodistas como José María García. La actualidad -una actualidad de hace más de 25 años- invade el espacio de la novela con títulos de discos y películas, nombres de locales de ocio de todo tipo, futbolistas, cantantes, personajes casi apagados en el recuerdo, todo un mundo "pop" repleto de datos irrelevantes que para un lector joven tendrían que ir acompañados de notas explicativas. A quienes hayan alcanzado el medio siglo de vida este conjunto se les antojará algo manoseado, contado mil veces, carente ya de interés. No porque el marco histórico sea desdeñable en una novela, sino porque aquí alcanza una sustantividad excesiva que gravita sobre la escritura sin añadir por ello densidad a los hechos narrados ni profundidad a los personajes. La historia de Tobías, de su hermano Buenaventura -guardia civil en un pueblo salmantino de la raya de Portugal- y de las personas que se relacionan con ellos -Asun, Sara, algunos lugareños más o menos relacionados con el contrabando y la caza furtiva- está correctamente desarrollada, pero sin novedad alguna, sin sorpresas, sin hondura psicológica. Que Tobías, todo un licenciado en Ciencias de la Información, pase varios días llorando irrestañablemente a solas a raíz del asesinato de John Lennon y besando la fotografía del difunto, indica la índole cutánea de muchos comportamientos que tratan sin éxito de individualizar a los personajes. Todo acaba subsumido en las noticias invasoras de los primeros años ochenta, que incluyen tanto los aspectos más superficiales de la "movida" madrileña como las noticias detalladas de asesinatos terroristas o de mítines políticos. Demasiada crónica y poca novela. Más figuras que personajes. Mucho periodismo y escasísima invención.

Estas características, que responden a una determinada concepción del arte de novelar, se extienden a la misma forma expresiva. Contraseñas íntimas es una obra correctamente "redactada", sin deslices gramaticales, aunque con alguna afirmación extraña ("Acostumbrado a dormir a pierna suelta, le inquietó comprobar que estaba sudando", p. 91). Pero se trata de una prosa sin apenas relieve, previsible, llena de giros comunes, carente de valores connotativos, propia del lenguaje periodístico de la crónica: "Pospuso la conversación con Patapalo hasta su total recuperación[...]. Aplicando una norma básica de su profesión, Tobías quería confirmar datos [...]. No podía confiar sus tribulaciones a su cuñada, que en esta ocasión era parte interesada [...]. Descartó también a Sara, porque se pondría incondicionalmente a su lado" (p. 118). Esta necesidad de explicarlo todo, de no dejar nada implícito y de utilizar usos idiomáticos desgastados pero reconocibles y de fácil comprensión por parte de lectores poco avezados ("su total recuperación", "norma básica", "confirmar datos", "parte interesada", "se pondría incondicionalmente a su lado"), trivializa la expresión y la aleja del territorio de la literatura estricta. Lo que es aceptable como crónica anovelada de unos años puede no serlo en el terreno literario.