Después de Shanghai
Judith Brouste
13 septiembre, 2007 02:00Tissègre ha dejado un diario, el que escribió para su hija Catherine y en el que cuenta la historia de la niña. La narradora recorre las experiencias más significativas de la vida de su padre. Una alternancia de dos diarios, de dos personajes, de fechas históricas en un eterno presente. La narración consigue suspender el tiempo, detenerlo, en la última noche oscura que su hija pasa en el lecho de su padre, en donde se pregunta: "Frente a la Historia, yo no tenía una palabra que decir. ¿Qué historia? ¿La del ejército, la de Tissègre, la del imperio colonial, la de Génia? Todo se embrollaba" (p. 109). Por eso, los capítulos que recorren los momentos de la vida de Tissègre, nos hacen llegar un perfil algo borroso del personaje.
Lo más sorprendente es que Después de Shanghai dibuja entre líneas el carácter introvertido de la narradora, una mujer abandonada por Tissègre desde su nacimiento, olvidada frente a Génia, el verda-
dero amor del padre. A través del susurro, la voz femenina adquiere una presencia poética que confiere a la novela su grandeza.