Novela

Después de Shanghai

Judith Brouste

13 septiembre, 2007 02:00

Trad. Amalia Bermejo. Legua editorial. Valencia, 2007. 149 páginas, 16 euros

La editorial Legua se ha propuesto, con acierto, recoger en la colección Scripto una selección de novelas internacionales de gran calidad literaria. Después de Shanghai, de Judith Brouste, es el primer libro que publica bajo el lema de esta colección. Tras las huellas de unos seres inexistentes, la escritora francesa relata los recuerdos fragmentados de una narradora, ante el féretro de su padre. Personajes desaparecidos, guerras que apenas puede comprender ¿qué historia recoge la narradora para contarnos quién es, quién era, Tissègre? Como un murmullo apenas audible, por momentos incomprensible, la narradora plasma sus pensamientos y las conversaciones que tenía con su padre. Por eso, a veces, nos recuerda la locura que siente el ser humano cuando se encuentra, cara a cara, con la muerte.

Tissègre ha dejado un diario, el que escribió para su hija Catherine y en el que cuenta la historia de la niña. La narradora recorre las experiencias más significativas de la vida de su padre. Una alternancia de dos diarios, de dos personajes, de fechas históricas en un eterno presente. La narración consigue suspender el tiempo, detenerlo, en la última noche oscura que su hija pasa en el lecho de su padre, en donde se pregunta: "Frente a la Historia, yo no tenía una palabra que decir. ¿Qué historia? ¿La del ejército, la de Tissègre, la del imperio colonial, la de Génia? Todo se embrollaba" (p. 109). Por eso, los capítulos que recorren los momentos de la vida de Tissègre, nos hacen llegar un perfil algo borroso del personaje.

Lo más sorprendente es que Después de Shanghai dibuja entre líneas el carácter introvertido de la narradora, una mujer abandonada por Tissègre desde su nacimiento, olvidada frente a Génia, el verda-
dero amor del padre. A través del susurro, la voz femenina adquiere una presencia poética que confiere a la novela su grandeza.