Juicio final
Ferran Torrent
13 septiembre, 2007 02:00El Mundo de Cataluña
Con este nuevo título culmina la trilogía perseguida por el valenciano Ferran Torrent al iniciar Sociedad limitada -título que obtuvo merecidos reconocimientos- y Especies protegidas. Con ella queda fuera de toda duda su aportación a la novela de intriga, a la aventura jalonada de eficaces concordancias con el género negro. Aportación enriquecida por sus condiciones de gran fabulador a la hora de idear una trama con todo lujo de detalles, con rigor narrativo y pulcramente contextualizada, sin desatender la característica minucia con la que va presentando la abigarrada colección de perfiles psicológicos que anima sus relatos.En ese valor sustenta su fuerza Juicio final, pues dos son los personajes en torno a los que se va desarrollando la trama: Liam Yeats, ex terrorista del IRA, ex agente del Mossad, desterrado de su país a los dieciséis años y desde entonces asesino profesional; y su último encargo, el otro eje argumental: Juan Lloris, ex presidente del Valencia C.F., un "hombre sin escrúpulos, temperamental, irreflexivo", candidato a la alcaldía de esa ciudad en medio de un clima de turbulencias políticas y electorales en el que convergen los más dispares intereses. Aunque el objetivo en diferentes frentes parece claro: acabar con él, porque representa un obstáculo para muchos. él mismo, receloso de lo que pueda ocurrirle, contrata a un detective que vigile los pasos de quienes no son de su confianza. Por otra parte, y como no podía ser de otra manera, la prensa local se hace eco de estos pasos decisivos y uno de sus más jóvenes periodistas persigue el reportaje sobre los movimientos políticos que provocará la candidatura de Lloris.
Su informador es alguien próximo a él, pero sus pesquisas tropiezan con las del detective y el colaborador de este, un ex comisario que entra en acción para investirla de rigor policial. Entre los cuatro improvisan un equipo que se hace eco del complejo entramado argumental, dosifica la información y ata cabos sobre ese turbulento mundo en el que nadie parece fiarse de nadie. Huelga decir que el sarcasmo y la crítica hacia la ética que dirige ciertos movimientos de los grupos políticos, y las deslealtades que subyacen a las convulsiones y enfrentamientos entre partidos evidencian la presencia de un narrador que, por encima de su admirable voracidad constructiva, defiende su posición con una estrategia inteligente: compartir el punto de vista con sus personajes de forma que la realidad de cada uno adquiera diferentes perspectivas y muestre a la vez la compleja realidad humana.
El mejor ejemplo es Liam. Su pasado como joven entregado a la causa del IRA contiene una justificación aunque no admite defensa alguna. Sin embargo los rasgos que definen su personalidad -cuarenta y tres años, cansado, lleno de heridas en la memoria y en el cuerpo, cada vez más sitiado, con un único amigo en quien confiar-, la manifestación de ciertos signos de fragilidad y la determinación de retirarse tras cumplir el encargo que le lleva a Valencia, nos conducen hacia difíciles consideraciones, como la de enjuiciar a un hombre "notoriamente inmoral y violento" soslayando la idea de que hay destinos que parecen "ineluctables", irreversibles. Este entramado, asombrosamente diseñado, exige atención y paciencia. El resto lo pone la novela, que acaba por sellar dignamente un ambicioso proyecto, evidencia de la consistencia narrativa de su autor.