La cazadora de astros
Zoe Valdés
6 marzo, 2008 01:00Paradójicamente, las buenas intenciones de la autora, su intento de comprensión de Remedios Varo y de los círculos artísticos en los que se movió, no deja de mostrar un desolador panorama: una galería de personajes tan brillantes como snobs, superficiales y frívolos que consideraban un acto artístico perder un ojo o pasear las calles con una mano encontrada en el basurero de un hospital. Más interesante -al menos para este crítico- resulta la peripecia contemporánea de la protagonista Zamia en las redes de la delegación cubana parisina, maltratada por su egocéntrico marido, esperanzada por la huida con su amante álvaro, y perseguida en todo lugar por los servicios de información cubanos, los "segurosos". El problema es que Valdés abusa de un modo de narrar siempre a flor de piel, edulcorado, arrobado y poetizante, donde se echa en falta la sobriedad. La excepción son unas excelentes páginas donde relata la estancia en Cuba de Zamia para una consulta médica y su vida posterior en la isla a finales de los 80. A veces resulta artificiosamente informativa o piensa en exceso por el lector. Por otro lado, hace uso de expresiones poco cuidadas: "correr como una mataperra"(pág. 50) "abrirme de muslos" (pág. 80) "poner los vellos de punta" (pág. 107), "enjabonarse el pipisigallo en el bidet" (pág. 59), "bollo loco... pinga dulce" (pág. 40), "no es falta de rabo lo que tengo" (pág. 322). La aportación de documentación hace también que el final del libro se demore en exceso. Lo más positivo: haber hecho una honrada crónica de la supervivencia en tiempos difíciles en la que la autora se ha dejado mucho de sí misma. Bien por el análisis del machismo, "el desprecio y la rebaja moral y creativa" (pág. 131) que personajes como Picasso o Bretón hicieron de sus inteligentes y creadoras mujeres.