Novela

Judíos errantes

Joseph Roth

20 marzo, 2008 01:00

Traducción de Pablo Sorozabal. Acantilado. Barcelona, 2008. 124 páginas. 14 euros

El pueblo judío ha soportado las formas más intolerables de sufrimiento, incluido un experimento biopolítico concebido para borrar su presencia en la tierra. Joseph Roth (Volinia, Ucrania, 1894-París, Francia, 1939), escribió este pequeño tratado antes de que la política de exterminio del gobierno nazi consiguiera eliminar a un tercio de los judíos europeos. Judío, alcohólico, periodista prolífico, Roth se refugió en Francia en 1933, entregándose a sus dos pasiones: la nostalgia del imperio austrohúngaro y el planto por el declive del hasidismo, rama del judaísmo tolerante e ilustrada. Para el hasidismo, la santidad puede brotar en mitad de la degradación física y moral. Este misticismo nada dogmático inspiró su última obra, La leyenda del santo bebedor (1939; editado por Anagrama en 1999 con una gran introducción de Carlos Barral), texto premonitorio de una muerte anunciada.

Judíos errantes reconoce la división entre los judíos occidentales, asimilados hasta el extremo de ignorar el acecho de la exclusión en sociedades profundamente antisemitas, y los judíos orientales, fieles a sus tradiciones, conscientes de su condición de apátridas, pero reacios a emigrar a Palestina, proyecto de un Estado judío, donde el sionismo desplaza a la religión. La idea de una nación que no adquiere su legitimidad en la venida del Mesías repugna a las comunidades orientales. El judío que confía en Dios espera la manifestación de su voluntad, sin intentar cambiar el curso de la historia.

La prosa de Roth es fluida, periodística, pero nunca superficial. Introspectiva, levemente poética, comprometida, elogia el carácter nómada de una cultura sometida a continuas vejaciones. Sólo el talento de Roth puede realizar una radiografía tan precisa en poco más de cien páginas. El judío puede ser devoto, escéptico, socialista; buscar la asimilación o preservar su identidad, pero representa el infortunio del hombre sin otra patria que un Libro. La clarividencia de Roth está marcada por el sentimiento religioso: Dios nunca abandona a sus hijos, sin discriminar entre judíos y gentiles.