Image: Motín en la Bounty

Image: Motín en la Bounty

Novela

Motín en la Bounty

John Boyne

9 octubre, 2008 02:00

John Boyne. Foto: W. West

Trad. de P. Antón. Salamandra. Barcelona, 2008. 480 pp., 20 e. Leer extracto

Los superventas provenientes del mercado del libro internacional llegan a España con celeridad. Somos un mercado adulto, dispuesto a consumir al ritmo de nuestros vecinos en la Unión Europea. El enorme éxito logrado por John Boyne (Dublín, 1971) con su novela El niño con el pijama de rayas (2006), la tarjeta de visita del escritor irlandés, justifica la rápida salida de su siguiente obra, Motín en la Bounty, tanto en la versión inglesa como en la española. Boyne y sus editores han encontrado un filón interesante: la narración de historias desde la perspectiva de un niño, caso de El pijama, o de un adolescente, como sucede en la presente ficción. Igual que la perspectiva de la mujer, feminista, sustituyó en las últimas décadas a la del narrador masculino, la propia del hombre blanco mayor, ahora se trata del punto de vista del primer momento de la pubertad la que intenta mediar entre la realidad, los hechos históricos, y el lector. Supone, en teoría, la búsqueda de la verdad a través de la inocencia. La película de Roberto Benigni, La vida es bella (1997), fue la primera obra que propuso esa perspectiva de la niñez como un nuevo paradigma o modelo interpretativo del mundo adulto.

Otra novedad boyniana proviene de cómo los protagonistas solucionan sus dilemas personales: no movidos por la conciencia, diciendo a favor del bien y contra el mal, sino en actos de impulso libre. Los niños carecen de tiempo y experiencia para absorber los valores positivos de su entorno, pero el autor nos hace creer que toman la decisión correcta por un innato conocimiento del bien y del mal. Este idealismo de Boyne encaja bien con su estilo autorial, cercano al clásico del novelón decimonónico de Alejandro Dumas. Sus textos también representan un trozo amplio de la sociedad que oculta una historia interesante, cuyo relato, mezcla de humor y tragedia, impacta emocionalmente en el lector. En El pijama lo consiguió gracias al encuentro de un niño de familia nazi y un chaval judío encerrado en un campo de concentración, y que la final acaban uniendo sus destinos.

El argumento de Motín en la Bounty resulta bien conocido. Un capitán de navío, William Bligh, parte de Inglaterra al mando de la fragata HMS Bounty con destino a Tahití, donde piensa recolectar unas plantas de árbol de pan, ricas en carbohidratos y minerales, muy adecuadas para satisfacer las necesidades alimenticias de los esclavos de las colonias inglesas. La travesía contada a buen ritmo presenta varios momentos cruciales, cuando el capitán se empeña en doblar el Cabo de Hornos, y debido a los fuertes temporales tiene que retroceder y alcanzar Tahití a través de áfrica. La llegada a la isla desata los ardores sexuales de los marinos, pues las bellezas locales, con costumbres bastante libres, les cautivan. El trabajo de crecer los esquejes de las plantas de árbol de pan, el embarcarlos en la nave, todo ello lleva meses, durante los que los marineros se acostumbren a la vida relajada y al suave clima del sur del Pacífico. La orden de regreso ocasiona serios disgustos, porque la mayoría prefiere quedarse. Finalmente, parte el barco con su dotación completa, pero pronto se produce el motín, que históricamente ocurrió en 1787, encabezado por el segundo de a bordo Fletcher Christian, papel desempeñado en uno de los filmes por Marlon Brando. Total, que se apoderan de la fragata, y tras abandonar al capitán y a diecinueve marinos en un pequeño bote con una vela, regresan a Tahití. Los abandonados a su suerte logran, tras una travesía durísima, alcanzar Indonesia, y regresar a Inglaterra, donde pedirán justicia.

La versión canónica del motín conoce al capitán Bligh como el villano y a Christian como el héroe. Boyne invierte la historia: Bligh es el héroe, y le conoceremos muy de cerca, a través del narrador, John Jacob Turnstile, de 14 años, pequeño delincuente de Portsmouth, al cual le dieron la opción de embarcarse de criado del capitán o ir a la cárcel. Su pasado turbio, de ladronzuelo al servicio de un tirano, quien a cambio de techo y comida le adoctrinaba en las artes del hurto para introducirle después en la prostitución masculina.

Toda esta parte del libro, recuerda a la novela picaresca y revela guiños a la obra de Dickens. Lo sexual, por otra parte, es la pimienta de esta historia, aunque siempre Boyne echa a esas escenas un velo por encima. Los aspirantes a best sellers deben guardar las buenas formas.

La novela entretiene y no decepcionará a quien guste de leer una historia de aventuras bien contada.