Image: Locus amoenus. Antología de la lírica medieval de la península ibérica

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Novela

Locus amoenus. Antología de la lírica medieval de la península ibérica

Varios autores

19 junio, 2009 02:00

Miiniatura medieval de Alfonso X el Sabio y su corte

Edición bilingöe de Carlos Alvar y Jenaro Talens. Galaxia Gutenberg, 2009. 1260 páginas, 35 euros

Una geografía que abarca variados paisajes, todos ellos llenos de color, acotada en la Península Ibérica y en un tiempo, los casi siete siglos que dura la Edad Media, hasta comienzos del siglo XVI, es lo que presenta la antología Locus Amoenus. Quienes han delimitado este terreno, que un día desbrozaran Martín de Riquer, Dámaso Alonso y José Manuel Blecua, son Carlos Alvar y Jenaro Talens. Estos profesores de la Universidad de Ginebra se alzan como dos titanes, al reunir en sólo 1250 páginas dicho panorama de nuestra escritura, nada menos que en ocho lenguas -latín, árabe, hebreo, mozárabe, provenzal, galaico-portugués, castellano y catalán-, aunque en casos particulares han contado con traductores especializados como Teresa Gárrulo, María José Cano, Mercè López Casas y Juan Antonio Icardo.

Montes y valles, ríos y mares, pero también pequeños reductos íntimos, ofrece este volumen, donde se detecta que la coexistencia de las tres culturas no se apoyó siempre en las mismas bases, pero precisamente en las diferencias se cifra la riqueza y la sorpresa del libro. A través de los poemas, no sólo se está dando fe de zonas y tradiciones, sino de estratos que se superponen en cada una de ellas, si bien quedan claras las oleadas de influencias -provenzal, árabe e italiana-, que llegan del exterior y van a imbricarse en un sustrato autóctono.

Los escritos en latín, procedentes todos ellos del Cancionero de Ripoll, parecen limitarse a cantos amorosos, bucólicos o cortesanos, sin dejar de ser, en ocasiones, insinuantes. El contraste de estos versos con los árabes es espectacular. Los últimos remiten a un abanico de temas mucho más amplio, desde la muerte, la cultura, la patria, la noche estrellada o el placer de la bebida, en gran parte procedentes de la tradición oriental.Dicha tradición se detecta, de distinto modo, en los poemas escritos en hebreo para seguir con sátiras, la poesía y el poeta (Ibn Gabirol), la igualación de señores y siervos (Moshe Ibn Ezra) o la justicia de Dios (Yehuda ha-Levi). Son éstos elementos contundentes del paisaje, pero resulta grato hallarse en ámbitos recogidos como el de la escritura mozárabe que se conserva en las jarchas.

La pureza de las jarchas se contrapone a la lírica en provenzal tan compleja y tan dueña de la lengua que, de todas las presentadas en el libro, resulta la más intraducible. Poesía de importación del suroeste de Francia, escrita en "una modalidad lingöística artificial", canta un tipo de amor peculiar, el amor cortés, en el cual la dama es equiparada al señor feudal y el enamorado a su vasallo. De moda en el momento, esta poesía admite también el canto moral y la sátira, como la muy eficaz de Guillem de Bregada contra el Marqués de Mataplana. La poesía provenzal penetró en la península a través de Cataluña y Aragón y llegó hasta las cortes castellana, leonesa y portuguesa, donde pronto se empezó a escribir en maneira proençal, en galaico-portugués. Esta forma se extiende desde el siglo XIII al XV. Ahora bien, queda claro que ya existía una espléndida poesía tradicional, la de las cantigas -en las que destacó, entre otros, Alfonso X-, siendo particularmente sugerentes las "de amigo", comparables a los villancicos y la poesía de cancionero castellanos, que surge cuando se abandona la moda mencionada. Esto sucede en el siglo XIV y culmina en el Cancionero de Baena (hacia 1439). Asoman ya las grandes voces de la lírica hispana: Gonzalo de Berceo, el Arcipreste de Hita, Jorge Manrique o Gil Vicente. Algo parecido se da respecto a la poesía escrita en catalán, que acoge la influencia italiana, y dará altas cumbres como Ramon Llull, Jordi de Sant Jordi, Ausiàs March o Joan Roís de Corella.

Se agradece la inclusión de tres voces femeninas, Al Qurtubiyya, Ar Rakuniyya y Florencia Pinar, en este compendio donde los poemas puestos en boca de mujer son de extrema importancia. Y se agradece también el esfuerzo de la edición bilingöe, que permite saborear en su plenitud los frutos que encierra.