En la cocina
Monica Ali
23 octubre, 2009 02:00Monica Ali. Foto: José Ayma
Originaria de Bangladesh -Pakistán Oriental cuando nació en 1967-, Ali consiguió notoriedad con su primera novela, Brick Lane (2003), aparecida en España bajo el título de Siete mares, trece ríos; también se menciona en la solapa Alentejo Blue (2006). Y este mismo año se ha publicado y traducido En la cocina, una novela donde se recrea un complejo microcosmos representativo de la heterogénea sociedad londinense.
El director de esta orquesta multirracial es Gabriel, más conocido como Gabe, que es jefe de cocina del Hotel Imperial, un establecimiento que vivió mejores momentos y en el que ahora reina entre fogones y cacerolas en un territorio "en parte prisión, en parte manicomio, en parte salón comunitario" (p. 24). Pero Gabriel no tiene intención de pasar allí mucho tiempo, pues a sus 42 años podrá llevar a cabo el sueño de tener su propio restaurante gracias a dos socios capitalistas. Además, piensa casarse con Charlie, una atractiva pelirroja cantante de jazz. Sin embargo, todo cambia cuando Yuri, un empleado de origen ucraniano, aparece muerto con la cabeza en un charco de sangre. ¿Se trata de un accidente o de asesinato? No es ésta la cuestión más importante del argumento, pues la muerte de Yuri funciona sólo como motor de la acción, en la que aparece Lena, una bielorrusa tal vez relacionada con el suceso. Gabe la acoge en su casa por humanidad sin saber que está precipitando la ruptura con Charlie. No es ésta la única tragedia del protagonista, que ve cómo parecen desvanecerse los planes para tener su propio restaurante, mientras su padre está a punto de morir.
éste sería el hilo conductor de la trama, pero la novela no tiene tanto de personal como de social. No pretendo sugerir que se trate de una obra coral, pues Gabe es el protagonista -además de narrador, aunque utilice la tercera persona-, pero todas sus acciones tienen un cierto retrogusto social. Las relaciones con Lena y su padre, sus conversaciones, tienen que ver más con temas de índole social que personal. Particularmente no logro discernir si la obra tiene que ver con la evolución personal de Gabe o, por el contrario, se aleja del intimismo para denunciar la injusticia social que sufren los emigrantes sin papeles. Una de las confesiones de Gabe parece robada del más puro y radical naturalismo: "La ciencia nos dice tal cosa, la ciencia nos dice la otra. Somos máquinas, carecemos de voluntad. Pues bien, la ciencia de los cojones a mí no me dice cómo coño me siento." (p. 455). En esta Babel que representa la novela, con emigrantes de Mongolia, Filipinas, Rusia, India…, los personajes no terminan de definirse, pero resultaría injusto afirmar que la novela no resulta entretenida y que Gabe resulta un personaje entrañable.
No puedo concluir la reseña sin mencionar la singular "Nota Bene" de la autora en las últimas páginas. Porque singular es, sin duda alguna, que la propia Monica Ali se dirija directamente a los lectores explicando algunos pormenores de la historia y la narración.