Aviso importante (a quienes no hayan tropezado todavía con Jacinto Antón): el primer acto reflejo que arranca este título -Pilotos, caimanes y otras aventuras extraordinarias- es un involuntario frunce en el ceño seguido de un prolongado arqueo de cejas dando salida a una efusiva mezcla de signos de exclamación, interrogación y, por último, admiración. ¿Por qué? Porque su autor, además de contar con una biografía que resalta su formación en periodismo y arte dramático, su actividad como colaborador habitual de El País, y una suma de intereses que le otorgan la condición de sagaz divulgador de asuntos varios, logra una rareza todavía más digna de mención: hacer de la crónica periodística una excelente muestra de la tan pocas veces lograda simbiosis entre compromiso, periodismo y literatura.

De modo que si la actitud ante un volumen de esta índole, aderezado por la excentricidad del punto de vista -"Personajes y otras obsesiones", "Aventuras", "Caimanes, serpientes y otras mascotas de honor", "Pequeñas hazañas personales" y "Militaria"-), suele ser de interés moderado, las reacciones que suscita son tan gratamente imprevisibles como inesperado y delirante pueda ser el discurrir de cada una. Mientras otros andan pendientes de la actualidad, Antón, con Barcelona de fondo, se abisma en frentes lejanos, en proezas mínimas, en personajes exóticos, en personalidades conradianas, en hazañas bélicas de húsares y viejos pilotos húngaros; o se confiesa, entre paradojas e ironías sutiles, atrincherado por percances cotidianos con el animalario doméstico, o rendido de admiración ante un reducto de la fauna humana que "conjura océanos de espuma e intrepide" y "desafía al frío, a los nazis, al mar o a su propio miedo".