Image: La inutilidad de un beso

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Novela

La inutilidad de un beso

Javier Puebla

13 noviembre, 2009 01:00

Javier Puebla. Foto: Lourdes Elízaga

Premio Luis Berenguer. Algaida. 232 pp. 19 e.


La inutilidad de un beso continúa la anunciada trilogía de Javier Puebla (Madrid, 1958) que empezó con Tigre Manjatan (2008), aunque las dos novelas, muy distintas, pueden leerse de modo independiente. La primera es una crónica urbana con rasgos de novela negra ambientada en la sórdida noche madrileña. En cambio la segunda, en la que aparece también el joven periodista alcohólico y sentimental Arturo Briz, Tigre Manjatan, pero no como protagonista sino como secundario, constituye un moderno cuento de hadas al revés. Sus referentes literarios están, por un lado, en los tradicionales relatos con beso mágico y, por otro, en la moderna metamorfosis kafkiana que ha transformado al viajante Gregor Samsa en un horrendo insecto.

Con tales narraciones populares y cultas el autor ha desarrollado una historia disparatada, llena de comicidad y humor en su distorsión por medio de la hipérbole y el insólito ángulo de visión. Podría decirse que se trata de una metamorfosis de signo inverso. Pues todo comienza con el beso que un apocado y bondadoso funcionario le da a la más bulliciosa de las cucarachas que invaden los sótanos del ministerio donde trabaja como ordenanza. El resultado es la transformación del insecto en una mujer con la que Melquíades Bencinto se casa, tras bautizarla con el nombre de Herendira y arreglar para ella los papeles de su identidad y origen. Su relación onomástica con la novelita de García Márquez se confirma en los atributos de "cándida", aunque "desalmada" (p. 199), si bien no va más allá del nombre. Y la inutilidad del beso ahoga cualquier magia benéfica en la perfidia y la maldad con que la aviesa Herendira trata a todos.

Las mejores cualidades de la novela están en la naturalidad y fluidez en la construcción de su intriga, desarrollada en capítulos cortos y contada por un narrador omnisciente que adopta en ocasiones la perspectiva de algunos personajes principales como el pusilánime marido, el atrabiliario Tigre Manjatan o la ejemplar portera Paquita y, con mayor frecuencia, el extraño ángulo de visión de la cucaracha hecha mujer, lo cual permite poner de relieve los habituales comportamientos de una sociedad hipócrita, cínica y egoísta en la convivencia familiar entre padres e hijos o en la pareja, en las relaciones laborales con explotación incluida y en la coexistencia entre vecinos.

Pero todo esto no llega a cuajar en una buena novela por uso y abuso de tópicos en el tratamiento de las convenciones sociales encarnadas en unos personajes demasiado planos. A veces la información suministrada resulta superflua, sin otra función que la del relleno. También hay incorrecciones morfosintácticas como, por ejemplo, el uso de "porque" con valor de "por qué" ("él no tiene porque estar aquí", p. 110) o el empleo de "quien" en lugar del plural "quienes": "Serán ellos quien cambien las bombillas" (p. 226).