Ramiro Pinilla: "Después del Nadal me sentía marginado: era un escritor casi clandestino"
“Las ciegas hormigas fue mi explosión de libertad”
8 enero, 2010 01:00Ramiro Pinilla, por Gusi Bejer.
Pregunta: ¿Es cierto que cuando ganó el Nadal le despidieron de la editorial Fer, donde trabajaba por las tardes escribiendo textos para unos cromos infantiles? Respuesta: Bueno, cuando se enteraron de mi doble vida de escritor, de que que no vivía sólo para escribir los textos de sus cromos, me hicieron la vida imposible y tuve que dejarlo. P: ¿Por qué no ha querido cambiar nada de Las ciegas hormigas, a pesar del medio siglo transcurrido? R: Porque la novela estaba concebida así. Igual la escribí para el lector de hoy, sin saber que me podrían pedir cuentas 50 años después. P: Una vez más, la acción se desarrolla en Getxo. ¿No le tienta escribir de Nueva York o Estambul? R: Nunca, porque el paisaje, mi paisaje, es inagotable, cada escena imaginada nace de ahí. P: Y sin embargo fue marino dos años, y conoció América y áfrica. ¿Qué le hizo abandonar la aventura? R: Que aquello no lo había elegido yo, sino las circunstancias, el hambre y la posguerra. Pero yo quería escribir, y vivir, como dicen los marinos, donde pisa el buey. Además, soy muy despistado en cuestiones mecánicas, seguro que hubiese hundido algún barco. Eso sí, mi familia sólo me comprendió cuando gané el Nadal. P: ¿La novela tiene una base real? R: Sí, parte de un accidente sufrido en 1929 por un barco inglés frente a la costa de La Gadea, en Getxo, y en la historia de esas familias que fueron a buscar el carbón desparramado para sobrevivir. P: Son constantes en su obra la desdicha y el miedo... ¿claves de un mundo injusto? R: Claro. El mundo es malvado siempre para la mayoría, por no decir que para todos. Si en las sociedades democráticas hay tantas injusticias, ¿qué no habría en una dictadura como la franquista? P: Entonces, ese libro fue para usted... R: ...una explosión de libertad, una explosión de la libertad de expresión en un país injusto, intolerante, explotador... Eso se detecta en el libro todavía hoy. P: Hay quien relaciona esta novela (y su obra) con Faulkner. Otros, con Baroja... ¿quién le ha influido más? R: Faulkner, siempre Faulkner. Me dio las muletas que necesitaba, me ayudó a descubrir el tono personal imprescindible para contar lo que quiero como quiero. P: Si hubiese sabido la suerte que le esperaba al libro, ¿lo hubiese presentado al Nadal? R: No. Si hubiese sabido lo que me esperaba, un contrato leonino que permitió que Destino tuviese secuestrado el libro medio siglo, que vendiese los derechos para hacer una película sin advertirme, o que la reeditase sin pagarme, no me hubiese presentado. Pero yo entonces era muy ingenuo, y esperaba que los editores se comportasen de modo noble y sincero. P: En cambio, comenzó a publicar en Tusquets gracias a Fernando Aramburu, autor del epílogo del libro... R: Sí, primero fue mi lector y hoy es mi amigo. Siento un gran agradecimiento por su increíble actuación, fue mi salvador, todo lo contrario que Destino. P: ¿Siente nostalgia de Libropueblo, la pequeña editorial que creó con un amigo para evitar publicar en grandes sellos? R: No, ninguna. Fue un momento muy bonito y lo pasamos muy bien, pero no tenía futuro. La verdad es que después del Nadal me sentía marginado: era un escritor escondido, casi clandestino, del que apenas se acordaba nadie. P: Hoy, en cambio, se escribe de usted que es único y esencial... R: Sí, hemos pasado al extremo contrario. Pero entonces tenía 37 años , era muy inexperto, casi antisocial. Lo pasé muy mal... P: Los nacionalistas no le quieren mucho... ¿quizá porque en sus libros les ha retratado de forma implacable? R: Bueno, no simpatizamos, pero como muchos de los que somos y vivimos en esta tierra y no pensamos igual. Eso sí, le aseguro que nosotros, los no nacionalistas, les entendemos mejor.