Image: El Tercer Reich

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Novela

El Tercer Reich

Roberto Bolaño

19 febrero, 2010 01:00

Roberto Bolaño. Foto: Antonio Moreno

Anagrama, 2010. 368 páginas, 18 euros


La figura y la obra del chileno Roberto Bolaño (1953-2003) se ha convertido ya en un mito de la literatura latinoamericana tras su mayor éxito póstumo: la acogida dispensada a la traducción de su novela 2666 en Estados Unidos. Tampoco había sido escaso el éxito de Los detectives salvajes, que obtuvo el premio Herralde y el Rómulo Gallegos. El Tercer Reich, su primera incursión en la novela, escrita en 1989 y ahora rescatada -el autor parece que sólo había corregido antes de su muerte menos de un centenar de folios- nada tiene que ver con La literatura nazi en América publicada ya en España, en Seix Barral, en febrero de 1996, salvo en el hecho de que le atrajeran personajes corrompidos por el nazismo. Bolaño, que vivía en el pueblo costero de Blanes, conectado con escritores gerundenses como Javier Cercas, situó El Tercer Reich en esta localidad, sin nombrarla, como hará en otros relatos y novelas, aunque no resulte difícil adivinar su paseo Marítimo, su Jardín Botánico o, en este caso, los años de un boom turístico que refleja.

Un joven alemán, Udo Berger, pasa sus vacaciones acompañado de su novia Ingeborg. De hecho, regresa al mismo hotel donde once años antes había estado con sus padres. Su afición son los juegos de guerra (wargames), con los que ha obtenido prestigio internacional. Contactarán con otra pareja también alemana, Charly y Hanna, y les acompañarán a las todavía escasas discotecas y a bares y restaurantes, donde Charly, incansable bebedor, frecuentará a extraños personajes del lugar: El Lobo, El Cordero o El Quemado. Advertimos los ambientes turbios, la violencia soterrada que habrá de caracterizar su obra posterior. La desaparición de Charly en el mar se convierte en el incidente más relevante, pero no puede entenderse como el núcleo de la acción. En cierto modo recuerda a la muchacha ahogada de El Jarama, de Ferlosio.

La estructura de la novela se conforma a modo de un diario iniciado el día 20 de agosto y finalizado el 30 de setiembre, más algunas noticias finales sobre los personajes tras su regreso a Alemania. La verdadera clave, acompañada de múltiples "indicios"que conducirán la imaginación del lector hacia otros vericuetos - como la atracción que siente por la propietaria del hotel, Frau Else, o las ocupaciones de El Lobo y El Cordero- se encuentra en los juegos que inventan posibilidades bélicas de batallas de la II Guerra. Pero, puesto que las mujeres se desinteresan, será el personaje marginal de El Quemado un contrincante cada vez más interesado. Tal vez sea un latinoamericano, de rostro y cuerpo deformados, que se ocupa de los viejos patines de la playa. El protagonista advierte que su ordenación en la arena parece ilógica. Descubrirá más tarde que con ellos configura una especie de búnker donde vive. Una vez aparecido el cadáver de Charly, que resulta una excusa para prolongar su estancia en el pueblo, vive días atormentados, enfebrecido por su relación con Frau Else y el final de la partida, expuesta con detalle, con El Quemado.

Descubrimos cierto sustrato existencial en el aparente desorden del comportamiento del héroe, en ocasiones no lejos del absurdo, paralelo al progresivo caos del hotel, que coincide con el retorno de los turistas a sus países, la enfermedad del marido de Frau Else y la extraña vida amorosa del protagonista. Pero El Quemado, tal vez un ignorado escritor, es quien mejor lo simboliza. Les unirá el juego, aunque también la derrota común como seres humanos. De activo jugador se convertirá en espectador cuando, ya de regreso, asista al Congreso de los wargames . Esta primera novela de Bolaño no es sólo el inicio de un mundo. Resulta, en sí misma, una novela apasionante, plena de insinuaciones, misteriosa y simbólica. En ella descubrimos a un escritor ya hecho, no una promesa, portador de un mundo pleno de significados, el narrador que, anclado en el pasado siglo, anticipa el presente. Bien merecía el rescate.